“Es triste ver cómo el Bosque de arupos se está convirtiendo en un botadero de basura, luce abandonado y algunas plantas se están marchitando”. Este es el malestar de Rosa Tipán, moradora del sector de El Trébol.
Milton Terán quien a diario transita por el lugar para comercializar accesorios de celulares se encuentra preocupado por la situación del parque. Explica que cuando llueve el lugar se vuelve un pantano e inclusive hay plantas que se están marchitando.
Con esta opinión también concuerda Luis Neacato. “Este es un bosque que se está formando y la basura, la contaminación retrasa el crecimiento de las plantas por eso creo necesario que las autoridades deben impulsar el cuidado y continuar con el proyecto del bosque” manifestó.
Rafael Lugo, escritor y precursor del bosque de arupos, en El Trébol, explicó que este 14 de diciembre se cumplen dos años de la primera siembra. Él se ha encargado de que a las plantas no les falte abono, agua y mensualmente les da mantenimiento.
Conservar el bosque que tiene 17 000 metros cuadrados ha sido un proceso complejo. Cada mes recoge la basura que la gente bota, también ha tenido que cortar las flores de los arupos para evitar que las personas se roben las plantas.
“Hemos replantado varias especies, se ha realizado campañas de fertilización y tendremos que seguirlo haciendo, también influye las condiciones climáticas es por esta razón que algunas plantas se marchitan en época de verano” reveló.
En el mantenimiento del bosque se ha invertido alrededor de USD 20 000 que también han sido aportes de las empresas privadas.
El Bosque de arupos surgió con la idea de recuperar la imagen de El Trébol, este lugar anteriormente era utilizado como escombrera lo que ocasionaba que sea foco de contaminación.
El escritor quiteño promovió la idea de crear el Bosque de Arupos a través de su cuenta de Twitter que tuvo tanta acogida de cientos de quiteños apoyaron el proyecto. Esta iniciativa llegó en ese entonces al alcalde Jorge Yunda quien atendió la propuesta y en diciembre de 2019 se organizó la limpieza del lugar, se hicieron los estudios pertinentes y se sembraron 1 200 plantas.
Lugo explica que al arupo le toma siete años para florecer, por lo tanto, pide a la ciudadanía tener paciencia y sobre todo cuidar de este bosque que está creciendo y cuando florezca podrá ser admirado por los capitalinos.
Es por esta razón, que la Empresa Pública Metropolitana de Movilidad y Obras Públicas (Epmmop), a través del proyecto Quito Adopta invita a la ciudadanía a que se empodere de estos espacios y apoye en su cuidado.
Este Diario visitó el Bosque de arupos y constató cómo plásticos y escombros se mezclan entre la maleza. En el espacio donde estaban sembradas algunas plantas se han formado charcos de agua.
En este sector, hace un año se realizaron fundición de veredas, construcción de jardineras con una variedad de plantas, además se pintaron los bordillos que le dio una imagen más colorida al Trébol.