Un grupo de personas recorre durante las noches 15 kilómetros por las calles de Quito. A pie, con agilidad y un poco de astucia, dejan limpia la ciudad, una tarea diaria e indispensable.
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Los quiteños están acostumbrados a que a ciertas horas hay que sacar la basura de la casa y dejarla en la vereda. Al dÃa siguiente las fundas con los desechos desaparecen.
Durante la noche, cuatro personas en cada camión de la basura recorren las calles y recogen la basura, en medio de los peligros latentes.
Para la mayorÃa, ellos tienen una sola identidad: recolectores. Sin embargo, cada uno tiene un nombre, apellido, familias y una vida llena de historias.
Quito tiene una población de 1 776 364 -según el último censo-, y produce entre 2 000 y 2 200 toneladas de basura al dÃa. Esta es recogida por aproximadamente 1 400 personas que se visten de azul.
EL COMERCIO acompañó a un grupo de trabajadores de Emaseo en su trayecto de recolección de basura en el sector de Atucucho, norte de Quito.
En el equipo de recolectores están Luis Hurtado, Fausto Agualsaca, David Chicaiza y el chofer, Antonio Lema. Estas cuatro personas conocen de memoria lo que tienen que hacer, sin buscar reconocimientos.
Los recolectores de basura transitan las calles de Quito cuando todos están descansando. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO.
¿Cómo recogen la basura de Quito?
El trabajo de recolección se inicia en la planta de Emaseo, cuando el personal que tiene el turno se reúne, se saludan entre todos y conversan sobre el plan del trabajo.
Lo hacen todos los dÃas a las 19:00, cuando el resto de la ciudad va terminando sus actividades cotidianas.
Antes de salir practican un ritual tradicional: piden a la Virgen de Agua Santa que los proteja de los peligros que representa trabajar en la calle a altas horas de la noche. Salen en un camión con una capacidad de carga de hasta 13 toneladas de basura.
Los cuatro van en la parte de adelante, no hablan mucho, pero es suficiente para comprender que las palabras sobran a la hora de trabajar.
En Atucucho se ponen los guantes y empiezan su tarea: se apresuran por todos lados de manera ordenada, mientras lanzan la basura al camión. Diariamente, recorren 15 kilómetros a pie.
El trabajo de recolector de basura a pie de vereda parece sencillo, pero realmente es muy complicado y arduo. Si no se hace de la manera correcta, puede provocar lesiones de espalda.
El peso aproximado que levanta un recolector de basura al dÃa es el equivalente a 20 tanques de gas.
El camión de la basura siempre va por delante de los recolectores haciendo una especia de barrera protectora. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO.
En el ajetreo de la recolección de la basura lo más pronto posible, sus cinco sentidos son más agudos, pues también tienen que esquivar los autos que pasan a toda velocidad de manera imprudente, por detrás del camión.
En todo el trayecto se escucha el ruido caracterÃstico del motor del camión y de la compactadora, que aplasta la basura en la parte posterior del automotor. Solo basta con activar un botón para que la compactadora destruya los desechos.
Mientras Luis Hurtado, Fausto Agualsaca, David Chicaiza recogen la basura, Antonio Lema maneja el camión y está atento a que no circulen carros a altas velocidades.
Lema comenta muy dolido que una de sus peores experiencias fue ver cómo un compañero fue atropellado. El hombre falleció un mes después del evento.
Aproximadamente a las 20:00 el equipo llega a un sitio alto de Atucucho y con mucha astucia, Lema coloca el camión a un lado de una bodega, donde los habitantes de un pequeño pasaje saben dejar su basura.
AhÃ, en ese cuarto oscuro, Agualsaca se mete sin miedo, mientras sus compañeros esperan a que saque las fundas para lanzar al camión.
Un ruido interrumpe la rutina. Agualasca se espanta por un roedor en la basura. Sus compañeros se rÃen burlonamente y siguen con su trabajo.
Abiertamente, conversan que en su profesión es algo común encontrarse con ratas y ratones.
Personal de Emaseo realiza la recolección de basura en una bodega de Atucucho. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO.
Más tarde, ya aproximadamente a las 21:00, han completado la mitad del recorrido. Como es miércoles, el sector no tuvo mucha basura.
Los lunes son los dÃas más complejos, porque se amontonan los desechos del fin de semana, explican, mientras avanzan en el carro para la siguiente zona de Atucucho.
Hacen una pausa de 15 minutos para que la gente termine de sacar la basura y mientras tanto se desinfectan las manos con gel antiséptico y comen pan con cola.
Peligros de recolectar la basura a pie de vereda
En una conversación con EL COMERCIO, comentan los peligros a los que se exponen diariamente y que nadie ha hecho mucho por visibilizarlos.
Luis Hurtado comenta que la gente no tiene conciencia de las cosas que pone en las fundas de basura. En múltiples ocasiones se han cortado con vidrios rotos, que están escondidos en las bolsas.
David Chicaiza reafirma esta preocupación, pues él sufrió un corte profundo en el dedo pulgar y en los próximos dÃas tienen que operarse para ver si recupera la movilidad completa. Su tendón salió afectado.
Luis Hurtado señala el peligro que es tener que caminar todo el tiempo por la calle con el miedo de que alguna persona conduzca un auto bajo los efectos del alcohol.
Los cuatro operadores coinciden en que la gente debe tener conciencia de que la basura es recolectada por personas y no por máquinas.
Tras recoger la basura de Atucucho, los operadores botan los desechos en Zámbiza y luego regresan a la base, en Emsao, en la avenida Occidental, norte de Quito. Se bañan y se suben a una furgoneta, que los lleva a su casa.
¿Qué pasa después? La respuesta es simple. Llegan a sus casas alrededor de las 04:00, descansan; si tienen suerte, ven a sus familias y en la tarde, vuelven a salir a su jornada de trabajo.
Luis Hurtado, Fausto Agualsaca, David Chicaiza y Antonio Lema. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO.