Místico y sorprendente. Así es el ambiente de la Basílica del Voto Nacional, por dentro y por afuera. Adentro, en un altar de la nave central está iluminado el cuadro del Sagrado Corazón de Jesús, acompañado de dos banderas: una de la Iglesia y otra del Ecuador. Es un símbolo de fe para los católicos, y para los visitantes es parte del encanto.
Cada detalle de la Basílica atrapa. Desde las gruesas pilastras, las figuras de la fauna ecuatoriana talladas en piedra, que decoran las paredes exteriores, los altares, los campanarios, los seis relojes, las tres criptas y hasta la zona donde se ubica el área del panteón, en el patio. Allí descansan los restos de los ex presidentes Juan José Flores, Ignacio de Veintimilla y Camilo Ponce.
Al cruzar por una de las siete puertas, que da a la calle Venezuela, hay dos altares que permiten ver el fondo del templo y las puertas de acceso a los campanarios. También están escondidas, entre los pasillos laterales, las 24 capillas que representan a cada provincia del país. Algunas todavía lucen incompletas. Algo escondida está la capilla del Inmaculado Corazón de María. Este es un espacio de oración y poco frecuentado por los turistas.
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Desde el altar que está junto a la puerta de ingreso, hacia el lado sur se puede ver El Panecillo en todo su esplendor, a través de un agujero en la pared en forma de corazón. Para esto, el visitante debe ubicarse atrás de las sillas.
Es un detalle que suele pasar inadvertido porque el turista al ingresar queda encantado con las dimensiones y formas de las torres grises, los vitrales armados con vidrios de colores y el estilo neogótico, que conserva la cuarta maravilla de la capital.
El párroco de la Basílica, Willman Granda, de la congregación de los hermanos oblatos, sentado en una silla de su despacho, cuenta que fue el padre Julio Matovelle quien impulsó la construcción del templo, en 1883.
Fue como un monumento de la consagración del país al Sagrado Corazón de Jesús. “Esta es una de las maravillas de Dios. Está concebida primero como una casa de oración y luego como parte de un turismo religioso ”, dice Granda.
En 1874, con García Moreno como presidente de la República, la construcción del templo se convirtió en un compromiso religioso del país. Granda resalta la participación de Jesús Rigoberto Correa, un padre oblato que dedicó 40 años de su vida a trabajar por la edificación del templo.
Ahora, es una de las obras más importantes de la arquitectura y, a su vez, una de la más grandes de América. Por su estructura y estilo es comparada con dos de las más importantes catedrales del mundo: la de San Patricio (Nueva York) y la de Notre Dame (París), con la diferencia de que el templo de Quito ofrece una vista panorámica del Centro Histórico.
Hay tres miradores en la parte posterior de la iglesia. Dos permiten ver los tejados de las casas del casco colonial y desde el tercero se ve el interior de la iglesia, que es un atractivo por los contrastes de luz. Los turistas se fotografían buscando los mejores ambientes: el turístico y el religioso.
La historia
Se autoriza la obra, por Decreto de la Asamblea Nacional, el 29 de febrero de 1 884. La idea fue impulsada un año antes por Julio
Matovelle.
La primera piedra fue colocada el 10 de julio de 1892. El diseño del plano arquitectónico tomó casi seis años. De 1 892 a 1 909 se hizo la capilla del Sagrado Corazón de María.
Bendecida por el papa Juan Pablo II, el 30 de enero de 1 985 en un acto especial y de fiesta. Hubo un acto con las principales autoridades nacionales.
La Basílica fue consagrada e inaugurada el 12 de junio de 1988, en el arzobispado de Antonio González.