Una imagen de las tareas de limpieza en barrio Osorio del Pinar Alto, norte de Quito, el domingo 24 de marzo del 2019. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
Los vecinos del barrio Osorio del Pinar Alto, en el noroccidente de Quito, luchan para limpiar las calles y recuperar lo que perdieron tras el aluvión del pasado viernes 22 de marzo del 2019. Durante el último fin de semana, ellos salieron con palas y baldes para retirar los escombros que bajaron desde las faldas de la montaña.
Los acompañaban cientos de policías y militares. Había lodo al interior de las casas y algunos carros continúan enterrados entre el lodo, troncos de árboles y maleza. En el ambiente se percibía un olor nauseabundo. Algunas personas comentaban que perdieron hasta sus gallinas por la fuerza de las lluvias.
En la zona alta del barrio, un tronco de unos seis metros de longitud y ochenta centímetros de diámetro se incrustó en una vivienda de bloques. “Esa casa resistió a la fuerza del aluvión, pero la otra que se ubicaba al lado cedió”, comentó el coronel Carlos Blanco, jefe de operaciones de la Policía del Distrito Metropolitano.
En ese espacio -durante el último fin de semana- los propietarios del inmueble buscaban sus pertenencias; sacaban prendas de vestir, sartenes… Más abajo estaba el canchón de tierra en donde fueron colocados los cinco carros destruidos por el temporal.
Sus propietarios los contemplaban con tristeza. Un vecino lo utilizaba como taxi ruta, pero no quiso hablar sobre lo sucedido, estaba preocupado porque perdió la herramienta de trabajo con la que mantiene a su familia.
Rocío Simbaña es la mamá de la dueña de un carro destruido. Se le quiebra la voz al recordar que su hija brindaba servicio de transporte con su carro a las compañeras del trabajo. “Hay personas que perdieron sus casas y se quedaron sin nada, incluso personas de la tercera edad con hijas con discapacidad”.
Recordó que el vecino Vicente Mullo perdió la vivienda. El espacio en donde la construyó estaba vacío, solo había un espacio lleno de lodo. Pidió a las autoridades que lo ayuden ya que es de escasos recursos económicos.
Otro afectado es Mauricio Vilaña, cuyo Chevrolet Grand Vitara se destruyó. Recuerda que, la tarde del viernes, él parqueó su carro y pocos segundos después se lo llevó el aluvión de forma inmediata.
Ese carro -acotó- era su herramienta de trabajo en la que transportaba la herramientas y materiales para laborar como electricista. Calcula que perdió alrededor de USD 20 000.
“Bajaban piedras, lodo y agua y al carro se lo llevó como si fuera un papel”, manifestó. “Solicito ayuda para mi tío, quien perdió su casa”.