A los 17 años, Bárbara Rodríguez tenía otro sueño: curar vidas desde un quirófano. Hoy, con 27, salva vidas desde el aire, en medio del fuego. Subteniente del Cuerpo de Bomberos de Quito, lidera la unidad de drones que monitorea emergencias en la ciudad y zonas rurales. Su historia, narrada en el pódcast ‘Ecuatorian@s de a pie’ de EL COMERCIO, es un retrato de vocación, valentía y tecnología al servicio de la vida.
El origen de una vocación: “Yo quería ayudar”
“Yo sabía que quería ayudar, no importaba desde dónde”, cuenta Bárbara en el episodio. Nacida en Quito y criada en El Chaco, su vida se divide entre dos mundos: la ciudad capital y la ruralidad amazónica. Ese equilibrio marcó su identidad y su sentido de responsabilidad.
Cuando se abrió el proceso de llamamiento para bomberos, decidió postular. Investigó, se preparó y pasó las exigentes pruebas. “Desde ahí empezó mi empoderamiento”, dice. La oportunidad se convirtió en una pasión que va más allá de apagar incendios: incluye el rescate de personas, la protección animal y la gestión de emergencias con enfoque humano.
Drones para salvar vidas: innovación en tiempo real
Rodríguez lidera el escuadrón de aeronaves no tripuladas del Cuerpo de Bomberos. “Es un eje transversal. Los drones pueden apoyar en rescates, fugas de gas o incendios forestales”, explica.
La tecnología permite identificar puntos calientes tras un incendio, vigilar zonas de difícil acceso y reducir riesgos para el personal en tierra. “Antes caminábamos hectáreas. Hoy, un dron nos da el punto exacto”, dice con precisión.
Este monitoreo aéreo no solo optimiza el tiempo y los recursos: salva vidas. La seguridad del equipo operativo mejora significativamente cuando pueden anticiparse a los peligros desde el cielo.
El incendio invisible: la sobrecarga de emergencias
Durante 2023, la época de incendios forestales en Quito superó toda capacidad de respuesta. “Las llamadas no cesaban, la ciudadanía se desesperaba, y nosotros también. Hay momentos que nos sobrepasan”, confiesa Bárbara.
El problema no es solo técnico, sino cultural. En lo rural, persiste la creencia de que quemar residuos mejora el suelo. En lo urbano, la basura acumulada o los techos sucios agravan las emergencias en época de lluvias.
Rodríguez hace un llamado urgente a la ciudadanía: “No esperemos una tragedia para actuar. La prevención es una responsabilidad compartida”.
Ser bombera: riesgo, vocación y equipo
“Uno tiene que estar un poco loco para ser bombero”, dice con humor y realismo. La profesión implica ingresar donde todos huyen: de una fuga de gas a un colapso estructural.
Sin embargo, también hay una estructura emocional. “Sabemos que no estamos solos. Confiamos en el equipo y eso nos sostiene”. Su trabajo, reconoce, es una cadena de esfuerzos que inicia mucho antes de cada emergencia: en la capacitación, la planificación y la solidaridad.
Detrás del uniforme: la Bárbara estudiante y soñadora
Además de su rol operativo, Bárbara estudia Administración Pública en la Universidad Central del Ecuador. Está por culminar el noveno semestre. “La parte administrativa también es clave en nuestra institución. Todo cuenta”, afirma.
Su historia es la de una joven que encontró en el fuego una forma de sanar. Que cambió el bisturí por el uniforme rojo, y el quirófano por el cielo.
Escucha su historia completa en ‘Ecuatorianos de a pie’
Este episodio es parte del pódcast ‘Ecuatorianos de a pie’, una serie de historias de vida contadas por sus protagonistas. Bárbara Rodríguez, con voz serena pero firme, comparte una mirada íntima al corazón de los bomberos de Quito.
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