Las puertas del trolebús se abren en la parada El Ejido. Son las 13:10 y Clara Chávez, de 19 años, ingresa por una puerta del centro. A esa hora no hay asientos y alcanza a pararse en el pasillo.
De inmediato, cuelga su mochila junto a su pecho y con su brazo derecho la sostiene, mientras con el otro se sujeta de un tubo. “Ya son dos veces que me han robado aquí. En la primera me sacaron el celular, y en la segunda se llevaron mi cartera con el pasaje y todo lo que tenía. Por eso, ahora estoy pendiente”.
Ella utiliza los articulados luego de salir de clases. Estudia Administración de Empresas en la Universidad Central y vive en la ciudadela El Ejército, en el sur.
Las historias de los robos dentro de los articulados no son escasas. A Vinicio Romero también le robaron su reloj hace cuatro meses. “Viajaba en la noche, no había mucha gente y un chico se sentó junto a mí. Se abrió la puerta, me arranchó el reloj y desapareció en segundos”.
Según la oficina de Seguridad del Trolebús y de la Ecovía, se registra un promedio de 20 robos en el día, en los dos sistemas.
Los registros de la Empresa Trolebús, que también es encargada de la seguridad en la Ecovía, demuestran que en los dos sistemas de transporte operan ocho bandas. Estos grupos han delimitado su campo de acción, pues entre ellos se respetan las paradas donde se ubican.
Por esa razón, se aplica una campaña de seguridad. Esta tiene el propósito de alertar a los usuarios sobre los tipos de robos más comunes y los sitios en los cuales se cometen con más frecuencia (ver infografía).
Durante seis días se colocaron carteles con las fotografías de las personas que fueron sorprendidas en los ilícitos.
“Lo que queremos es que las personas se cuiden y denuncien. De esa manera, lograremos reducir los índices de robos en los buses y paradas”, dijo David De la Torre, del Servicio al Cliente.
Luego de la campaña, que también incluyó alertar a la ciudadanía sobre los mecanismos de atraco, los robos disminuyeron en la última semana a cinco por día. Eso, según la Oficina de Seguridad del Trolebús.
A la par se incrementaron los vigilantes. Ellos viajan en las unidades vestidos de civiles.
“Venimos trabajando por ocho meses en esto. Sabemos dónde actúan, cómo y quiénes son. Incluso, los hemos capturado pero lamentablemente salen a los pocos días”, dijo De La Torre.
En la oficina de seguridad hay cuchillos de todo tipo y tamaño, pistolas, celulares y una rastrilladora que fue incautada a uno de los pasajeros.
Rosario Heredia es una usuaria frecuente del trolebús. Ella asegura conocerles a quienes trabajan en complicidad con los ladrones. “Al mediodía se sube un mayor en La Alameda a pedir caridad. Un día dice que está enfermo, otro que lo han abandonado, que tienen que costear la operación de su mujer. Pero sé que es cómplice de los robos”.
La Policía también alertó de un nuevo mecanismo de robo. Se trata de teléfonos de plastilina. Una persona ofrece el teléfono de última tecnología y hace que la víctima lo pruebe, mientras negocia el precio, cambia el aparato por uno de plástico relleno de plastilina.
Para despertar el interés de los usuarios de los sistemas de transporte, los antisociales ofrecen el aparato a USD 20. Este tipo de estafa ha sido denunciado con frecuencia en los últimos días.
Las ocho modalidades más comunes de robo en el trole y en la ecovía
Lentes rotos. Dejan caer los lentes al suelo, calculando que la víctima los pise. El perjudicado reclama, junto con su cómplice y aprovechan para robarle, en medio de la pelea.
Discapacidades. Personas con capacidades especiales solicitan ayuda a los usuarios. Se apoyan, abrazan a la víctima, mientras le dan ayuda, él aprovecha para robar.
Enfermos. El delincuente finge caerse o que le da un ataque, a fin de distraer la atención de los usuarios, mientras sus cómplices procedan a robar a otros usuarios distraídos.
Bisturí. Con una hoja de afeitar o un bisturí cortan las carteras, mochilas, maletas y hasta los bolsillos de las chaquetas o pantalones. Aprovechan las aglomeraciones.
Escopolamina. Es un polvo que al ser inhalado provoca la pérdida del conocimiento. Los delincuentes lo ponen en billetes o en papeles de direcciones para atracar a sus víctimas.
Distracción. Mientras mujeres con escotes y faldas cortas se paran junto a los hombres, en medio de la multitud, sus cómplices aprovechan para arranchar las pertenencias.
Paquetazo. Dejan caer un paquete de papel, con un billete encima para hacer creer que es dinero. Luego dicen que se lleven lo hallado, pero que a cambio le dé lo que tenga.
Niños vendedores. Ofrecen caramelos o cantan. Pero mientras estos muestran su mercadería, otros roban a los usuarios. Actúan en grupos de tres o de cuatro.