La Banda Municipal festeja sus 78 años

Un baile a ritmo de banda. En la retreta del miércoles, en la Plaza del Teatro. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO

Un baile a ritmo de banda. En la retreta del miércoles, en la Plaza del Teatro. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO

Los uniformes y los instrumentos de los 42 músicos de la Banda Municipal lucen impecables antes de cada presentación. El miércoles, a las 08:00, los artistas llegaron a la sede de la agrupación, ubicada en La Mena 2, en el sur.

Allí en esas instalaciones hay un amplio salón decorado con fotos antiguas y un altar religioso. Una puerta conduce a los camerinos, donde los integrantes de la banda se cambian de vestimenta.

Ellos se acomodan sus corbatas negras, se ponen las levas azules con botones dorados y dos esca-rapelas y sacan brillo a sus zapatos. Con sus mejores galas, vuelven al salón para afinar los ins-trumentos.

Ese ritual cumplió la banda el pasado miércoles, antes de salir a la tradicional retreta en la Plaza del Teatro, en el Centro.

El ajetreo de los músicos aumentó en esta semana porque están de cumpleaños. La banda se fundó el 11 de julio de 1933 y el homenaje principal por los 78 años se realizará hoy, desde las 18:00, con bailes y presentaciones artísticas.

La banda tiene su historia. En la sede se colocó una breve reseña de cómo fueron los inicios, con los 50 músicos que se desintegraron de los batallones del Ejército y de la Policía. Fue en la época de la Guerra de los Cuatro Días.

Con instrumentos prestados y gracias al apoyo de otras bandas hubo la primera retreta en 1932. El primer director de la banda fue Carlos Eloy Martínez.

Actualmente, la banda está integrada por un Director (Luis Huilca), un calígrafo (que escribe la música), dos inspectores, un coordinador, seis saxofonistas, tres saxofonistas tenores, cinco trombones, nueve trompetas, siete clarinetes, dos barítonos, un eufonio, dos tubas y tres bateristas. Los músicos son oriundos de diferentes provincias del país.

Huilca, director, dice que parte de su tradición también es el grito: “¡Toquen trompudos!”.

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Marisol Pachacama heredó el gusto por tocar el clarinete  

A los nueve años, Marisol Pachacama, nacida en Sangolquí, ya tocaba los platillos en la Banda de Pueblo Campiña del Inca,  junto con sus dos hermanos. Era una tradición familiar.

Luis Pachacama, padre de Marisol,   inculcó desde la infancia el gusto por la música en una de las integrantes más jóvenes de la Banda  Municipal de Quito. Ella tiene 23 años.

Con el tiempo, la artista dejó los platillos y  aprendió a tocar el clarinete, a los 13 años. Así fue afinando el movimiento de sus dedos y entonando mejor la música. A los 19 años, por un concurso de merecimientos logró enrolarse en la banda.

Ahora, es  una de las dos mujeres que toca un instrumento en medio de un pelotón de hombres.  “Estar en la banda me ha permitido conocer lugares como Tulcán, Jipijapa, Tena, Puyo, entre otros. También todos los lugares atractivos de la ciudad”, comenta.

La joven, al igual que todos los integrantes, es parte de la nómina de servidores públicos que pertenecen al Municipio. Por eso, ellos tienen hora de entrada y de salida, que se registran en un reloj tarjetero.

La cotidianidad de Pachacama se altera cuando hay presentaciones en las noches o antes de las 07:00. Sin embargo, dice que ya está acostumbrada a su agitado  ritmo de vida y a su soltería. Vive en casa de sus padres, en el sector de El Inca, en el norte, y se traslada a diario hasta La Mena 2, en el sur, a la sede de la banda.

En las presentaciones, Marisol se ubica en la segunda fila, junto a sus seis compañeros, entre ellos su padre, Luis. Según el escalafón, Pachacama gana USD 590, por estar en grado 4. Por eso, ella está estudiando una  licenciatura musical en la Universidad Estatal de Bolívar. Recibe clases los fines de semana, en la capital.

En las madrugadas también se levanta a repasar el clarinete. Entre risas revela que eso ha causado problemas a la familia con los vecinos, pero esa es una huella imborrable en su casa.   

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Carlos 'El mono' Quisaguano cumplirá 30 años en la banda

Carlos Quisaguano, de 67 años, dice convencido que no le gusta fumar porque necesita tener sus pulmones en buen estado. Eso le facilita soplar fuerte el bombardino, un pesado instrumento metálico de viento que pone la armonía en la Banda Municipal.

Nacido en Toacazo, un poblado ubicado a 20 minutos de Latacunga (Cotopaxi), el artista con rostro de piel morena y con cabello cano es el integrante más antiguo de la banda

Con sus 42 compañeros es callado. Cuando la banda toca, él se ubica en la última fila, en el extremo izquierdo. Camina lento y en los repasos previos a las presentaciones interpreta todas las canciones que se van a tocar sobre los escenarios.

Cuando alguien extraño se acerca a conversar y le pregunta algo, él siempre evita el diálogo y corta la conversa con una frase: "así es licenciado". Sus compañeros dicen que eso es característico en el músico.

Cuenta que aprendió a leer las escalas musicales, las partituras y a interpretar los diferentes géneros en tres años. Así, a los 17, ya pulió toda la técnica de forma empírica. En 1972 integró la Banda del Regimiento Quito. Allí estuvo un año y luego pasó a vivir en Ibarra.

En esta ciudad se vinculó a la Banda Municipal durante cuatro años. "Con este instrumento (bombardino) he criado a mis seis hijos. Ahora ellos están estudiando. Ninguno es músico. Entre seis hermanos soy el único que vive de la música".

La trayectoria artística de Quisaguano en la banda del Municipio empezó en 1981. Reconoce que su vida cambió al ingresar a la institución, porque tiene un sueldo fijo, Seguro Social y tendrá jubilación.

El artista bromea y dice que no sabe por qué sus compañeros le identifican con el mote de 'El mono'.

Se emociona y cuenta que el próximo 1 de octubre cumplirá 30 años de hacer sonar el bombardino soplando y aplastando los émbolos (botones) del instrumento.

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