En la calle Ríos, en Tababela, la mayoría de viviendas es de adobe. María Ramos deberá pagar el doble del predial. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
Crían gallinas, cuyes o chanchos, y viven de lo que la tierra generosamente les da. Hay familias en las 33 parroquias rurales de Quito que aún se dedican a la agricultura y ganadería, para quienes un dólar, muchas veces, es la ganancia de todo un día de trabajo.
El alza del valor del impuesto predial, atado a la elevación del avalúo de cada propiedad, significó una afectación más fuerte en esos sectores, por hallarse cerca de obras. En Quito se actualizaron 912 000 predios con miras a equiparar el valor catastral y el comercial de un predio. De ellos, 155 000 están ubicados en zonas rurales.
Según Francisco Pachano, director de Catastro del Distrito, en toda la ciudad, unos 800 000 bienes deben pagar un mayor impuesto. De ellos, en unos 100 000 el valor se duplicó o triplicó. En cuatro parroquias rurales el alza fue mayor. La lista está encabezada por Tababela, le siguen Tumbaco, Cumbayá y Nayón.
Cortando las malas hierbas que crecen afuera de su casa está Nelson Chávez. Se limpia el sudor de la frente y recuerda que en el 2017 pagó USD 50 a razón del impuesto. Esta vez deberá cancelar USD 201.
Por la renta de la pequeña casa y el terreno de 4 000 m² -herencia de su padre- recibe cada mes USD 33. Con eso mantiene a su esposa y ayuda a sus cuatro hijos. Además, siembra choclo para su propio consumo. Asegura que no le alcanza para pagar el nuevo predial.
Para la gente que vive de las cosechas, el pagar un par de dólares más significa un golpe al bolsillo. Ese es el caso de Blanca Heredia, de 65 años, quien tiene una casa de adobe con techo de teja que amenaza con caerse y un terreno de unos 3 000 m². El valor del predial se le duplicó. Pagaba USD 9. Hoy debe cancelar USD 19.
Blanca vive con su esposo (de 70 años) y no reciben jubilación. La edad tampoco les permite hallar trabajo. El dinero escasea a tal punto que para ellos el desayuno no existe. Lo poco que tienen les sirve para almorzar y cenar una sopa de avena, de papa o de cebolla.
Tienen tres gallinas que dan huevos para el almuerzo. Ya no puede tener chanchos porque Mirador, el barrio donde vive desde hace 30 años, se pobló y hay una escuela al lado.
Una de sus hijas trabaja en un restaurante y gana USD 100 de quincena, con lo que ayuda a sus padres y mantiene a su hijo. Blanca tiene la presión alta, y a veces no puede comprar sus medicinas. No tienen seguro.
La casa es herencia de su suegra. Por la dificultad de reunir el dinero, los últimos 10 años se retrasaron en el pago del predial. Al fin pudieron igualarse en el 2017, pero el alza significa que este año van a tener que ahorrar cada centavo y temen que no les alcance.
Noemí Tipán, quien tiene 37 años y cuatro hijos, también deberá pagar más del doble. Por su terreno de 2 500 m² (sin casa) el año anterior pagó USD 22. Hoy pagará 48. Supone que el alza se debe a que está a 10 minutos del aeropuerto.
La vida en el campo es cara. La gente vive de la siembra de tomate, fréjol, maíz y de la crianza de chanchos, patos y gallinas. Al mes, Noemí logra reunir USD 50. Por un chancho que le tomó seis meses criar, le pagan USD 100. Por un gallo, USD 7. Debe comprar los alimentos de los animales, por lo que la ganancia es poca.
La única opción es ir a trabajar a Quito un día a la semana.
Sabe que debe pagar impuestos, pero pide al menos que las obras lleguen. No tiene alcantarillado, sino pozos sépticos.
Carlos Pimbo, de 55 años, vive en el barrio la Gruta, en Puembo. El predial de su terreno de 1 000 m² pasó de USD 24 a 57.
Su trabajo es manejar un camión y transportar las cosechas de sus vecinos, y al mes recibe unos USD 400. La mayoría se le va en combustible y mantenimientos del vehículo.
Pimbo pide obras: “La Y de Puembo tiene baches. Así como cobran, que hagan obras”.
Pachano explica que para la elevación del avalúo en el área rural se tomó en cuenta el valor del suelo, el uso que se le está dando al terreno, si tiene servicios, vías, agua de riego…
Al momento se realiza una revisión del 84% de las propiedades. Pachano explica que se trata de todos los predios tanto en el área rural como urbana que sufrieron un aumento, pero que se dará especial atención a aquellos donde el alza fue más elevada.
Pachano recomienda a las personas que viven en el área rural que se sienten afectadas, que esperen a que la revisión masiva termine (en aproximadamente un mes) y vuelvan a revisar los valores.
Si un contribuyente considera que el valor sigue siendo injusto, puede ingresar un pedido de revalorización en www. quito.gob ec. En el ‘link’ Revisión de avalúo se puede ingresar la solicitud.