Aumento del parque automotor pesa más en la contaminación

La calle Flores, en el Centro Histórico de Quito, es uno de los puntos donde se registran los efectos de la contaminación. Paredes ennegrecidas. fotos: Alfredo Lagla y Diego pallero / elcomercio

La calle Flores, en el Centro Histórico de Quito, es uno de los puntos donde se registran los efectos de la contaminación. Paredes ennegrecidas. fotos: Alfredo Lagla y Diego pallero / elcomercio

Cortinas de humo y paredes cubiertas de hollín son parte de la cotidianidad de distintos puntos de Quito. En medio de ese panorama, la calidad del aire en la ciudad es definida como aceptable. El contaminante más importante es el material particulado fino, que aunque no registra un incremento en el período 2004-2013, aún está sobre la norma local y la fijada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La normativa del país es de 15 microgramos por metro cúbico y, según la OMS, 10. En la ciudad, el promedio anual está entre los 17 y 20. Estas son las partículas más pequeñas resultantes de las emisiones. Según datos de la Secretaría Metropolitana de Ambiente, entre las principales causas está el aumento del parque automotor. Aunque, desde el 2004 al 2008, las concentraciones medias anuales de este contaminante sí disminuyeron, en un 33%. A partir de ese año, estas no registran variaciones significativas. Una de las medidas que ha contribuido es el mejoramiento de los combustibles, en el 2012.

Hay otros componentes cuya concentración se redujo en los últimos años, como el monóxido de carbono (CO2). Bladimir Ibarra, secretario de Ambiente, señala que las bajas están ligadas a la salida de la ciudad de vehículos viejos, altamente emisores del compuesto. Desde el 2003, las concentraciones medias de este se redujeron en el 54% en todas las estaciones monitoreadas. Aun así, se requiere una renovación del parque automotor.

En el Distrito, hay puntos automáticos en Carapungo, Cotocollao, Jipijapa, San Gabriel, Guamaní, El Camal, Tumbaco y Centro Histórico. Además, 37 puntos de monitoreo pasivo, instalados en las viviendas de familias, desde hace ocho años. El cambio de los tubos utilizados en el proceso es cada 15 días.

Valeria Díaz, encargada de la Red de Monitoreo, explica que se realizan dos tipos de medidas, a nivel de calle y de la región urbana. En el segundo caso, se refiere, dice, al aire ya mezclado en el ambiente. La norma de la OMS es una guía.

En la primera categoría hay componentes que superan los parámetros establecidos. Según el informe de calidad del aire de Quito 2013, la norma ecuatoriana para el dióxido de nitrógeno (NO2) es de un promedio anual de 40 microgramos por metro cúbico. En el 2013, esta se superó en las estaciones a nivel de calle en: Cumbayá, calle Necochea, Playón de La Marín y en La Basílica. En la cotidianidad de los capitalinos, estos resultados pueden provocar infecciones respiratorias.

A decir de Ibarra, las condiciones en el aire han mejorado en algunos parámetros y se han mantenido en otros, gracias a factores como la revisión vehicular, el mejoramiento de los combustibles y la medida pico y placa. En total, se han realizado alrededor de 10 millones de chequeos de vehículos.

Aún así, señala María Amparo Albán, del Centro de Derecho Ambiental, una de las principales complicaciones es el crecimiento del parque automotor y la necesidad de encontrar transportes alternativos.

En Quito, la tasa de crecimiento es del 7,5% anual, menciona Ibarra. De acuerdo con datos de la Cámara de Transporte de Quito, hay 2 500 buses. Por La Marín, uno de los sectores críticos, pasan 20 operadoras: 13 del sur y siete del norte.

En el caso de las unidades de los corredores municipales, por la antigüedad los que presentan mayor complicación son los que operan en la Ecovía. En 42 de estos se han colocado dispositivos en los escapes, denominados retrofit, que han mejorado el rendimiento en 30%. A esto se añade que por la altura de la ciudad, a 2 800 m la combustión es menos eficiente. Otro de los puntos críticos es la Necochea, donde la contaminación es parte del panorama que empezó desde 1978, con la construcción de los túneles. Hoy circulan unos 270 buses del Corredor Sur Occidental.

A las emisiones de los vehículos se suman la contaminación por la explotación de materiales pétreos, especialmente, en San Antonio de Pichincha, Píntag y Lloa. En este caso, se mide el material particulado sedimentado. El Concejo Metropolitano aprobó, en primer debate, una ordenanza sobre la explotación de estos. Según Díaz, pese al crecimiento vehicular, en Quito se ha logrado mantener los niveles de los distintos contaminantes y es una de las pocas ciudades del país que cuenta con una red de monitoreo permanente.

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