La limitación para ejercer cualquier actividad en la vida, es para mí una falta de libertad. En el arte, en particular, muchas veces se puede caer en esto. De hecho, en el proyecto de Ley de Cultura que está próximo a debatirse tiene un artículo que dice que va a prohibir las expresiones artísticas que sean discriminatorias, sexistas, etc. Estas son cosas reprochables, pero el arte no tiene que ser correcto, como escuché decir a un amigo, “no se podrían pintar lluchas”. Si leemos un texto escrito por William Shakespeare, su obra está llena de asesinatos y abominaciones; lo mismo sucede si vemos a Bertold Brecht en el teatro vamos a ver todos los defectos y miserias humanas en sus representaciones. En las canciones vamos a escuchar, de repente, expresiones que tengan una connotación de sexismo o machismo, pudieran incluir montones de cosas que a lo mejor no contienen líneas morales que sean ejemplos a salir. Pero el arte no tiene nunca la obligación de ser correcto, y menos aún por una imposición exterior. Incluso podemos decir que la transgresión en el arte es casi una marca de calidad.