La arquitectura permite la libertad de quien la ejerce

La arquitectura es una profesión libre. Es la relación directa entre el profesional y el cliente, quienes, de común acuerdo, llegan a un solo objetivo.

Eso facilita mucho el trabajo íntegro y total. El momento en que nos topamos con alguien que no comparte nuestra visión o que quiere imponernos algo, este equilibrio se rompe. La arquitectura es bastante sensible en ese aspecto.

La imposición elimina lo más importante del arquitecto, que es la creatividad. Eso puede convertirnos en personas interesadas solamente en producir dinero. Y esto es lo peor que puede pasar en mi carrera.

Gracias a Dios, la arquitectura no tiene muchos obstáculos en esa categoría. Las trabas impuestas, por el simple hecho de ser impuestas, lo único que hacen es quitar el interés de la persona por realizar esa actividad. Y esto no solo afecta al arquitecto, sino también a un grupo de personas que dependen de esta actividad.

Si los arquitectos perdieran el interés por construir y diseñar, las ciudades se estancarían.

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