La parroquia de Alangasí es una alternativa turística para quienes no salieron de la ciudad. En este feriado de Semana Santa se puede conocer los atractivos que se ofertan.Alangasí está ubicada en el sureste, a 30 minutos de Quito. Uno de los principales lugares es el parque central de la parroquia. Allí, en cada esquina hay esculturas de hasta ocho metros de altura.
Una escultura de las más curiosas que se pueden ver son las que tienen el colibrí, el tigre dientes de sable y también un elefante.
Eso llama la atención de los niños. En las dos esquinas del parque que dan a la iglesia hay una escultura de un cucurucho y de una alma santa. Según la creencia de los habitantes, custodian el templo.
Cada fin de semana y en feriados, en los alrededores de la plaza central se instalan varios negocios. Allí se puede degustar comida típica, como el hornado con tortillas.
Una cuadra más al sur desde la iglesia está el mercado artesanal. En cambio, ahí se puede mirar y comprar recuerdos de la parroquia, ropa, bisutería y bolsos.
A cinco minutos del centro de la parroquia hay dos balnearios. La entrada, por persona, cuesta USD 5 para adultos y USD 3.50 para niños y adultos mayores.La entrada incluye el uso de las instalaciones: canchas deportivas, amplios espacios verdes, sauna, turco y las piscinas cubiertas y al aire libre. Además, puede realizar caminatas por los alrededores y paseos en bicicleta.
En la Semana Mayor hay programas especiales. Está previsto para hoy, a las 10:00, una ceremonia donde hay una mezcla del culto religioso con lo popular. Estarán presentes los diablos. Ellos forman parte importante de la celebración.
Según la tradición, el papel de los diablos es fastidiar a la gente para que no preste atención a las palabras del sacerdote; eso lo hacen hasta el momento en que el sacerdote anuncia la resurrección de Jesús y las tres palabras “Gloria, gloria, gloria”.
En ese instante suenan unas camaretas y tronadores y los diablos huyen despavoridos de la iglesia. Para mañana, Domingo de Resurrección, en la plaza frente a la iglesia aparece un monigote (con la careta de diablo) colgado bajo un árbol. Según la historia, esto simboliza que el diablo ha perdido y Jesús ha resucitado.
Los diablos usan caretas de fibra de vidrio elaboradas artesanalmente. Estas tienen cuernos de chivo o borrego y barba de pelo humano. Vestir de diablo es una tradición, que se pasa por herencia.