La terminal de pasajeros del Nuevo Aeropuerto Internacional de Quito (NAIQ) va tomando forma. Al ingresar se ve la distribución de cables, tuberías y estructuras, que aún no han sido cubiertas en el techo.
Son conexiones para fibra óptica, energía eléctrica, aire acondicionado y sistemas de detección y extinción de incendios. En otra área se destacan las bandas aéreas para transportar maletas. Se trata de un sistema de manejo de equipaje, que se sostiene en el techo del nivel 1 de la terminal.
Santiago Báez, Quality Manager de Quiport, afirma que por este moderno sistema no va a haber manipulación. Las maletas tendrán un código de barras que será detectado por sensores. Así se distribuirá el equipaje al sitio que le corresponda, dependiendo de su lugar de origen o de destino.
El sistema, diseñado por una empresa de Singapur, contará con cinco etapas de seguridad. Si una maleta pasó por los cuatro filtros y hay algo sospechoso (explosivos, estupefacientes, etc.) será sometida a una revisión manual. Si todo está en orden, la maleta ingresará a un carrusel para que su dueño pueda retirarla.
La instalación de los sistemas utilitarios y de seguridad debe ser muy cuidadosa. Báez explica que habrá un circuito de cámaras, a cargo de operadores. Si se detecta algo extraño, se activará un botón que bloqueará las puertas electromagnéticas y el sistema de manejo de equipaje.
En los edificios de catering, Bomberos, Policía, cargo, hangares, etc., los obreros deben trabajar con normas de seguridad. Cascos, botas de punta de acero, gafas y guantes son algunos de los requisitos. Si un trabajo se hace a más de 1,80 m de altura, la persona debe tener un arnés.
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La terminal cuenta con cinco plantas. En el nivel 0 está la base de los sistemas eléctricos, de comunicación y máquinas. El área de arribos está en el nivel 1, la salida en el 2. El nivel 3 es para oficinas y el 4 para el sistema de aire acondicionado. Unas 800 de las 2 000 personas que trabajan en el NAIQ están en la terminal, que tiene un 85% de avance.
Cada área terminada es cubierta con un material antifuego, que protege a la estructura y en caso de incendio resiste entre dos y tres horas. Los bloques son especiales y evitan la expansión del fuego.
Uno de los procesos más complejos en la construcción del NAIQ fue la nivelación. El aeropuerto está construido sobre la meseta de Caraburo, rodeada por quebradas al norte, al este y al oeste, según el gerente EHS & SR (Environmental, Health, Safety and Social Responsibility), Jaime Pérez. Por eso, el ingreso a la obra se hizo por el sur. Se emplearon 7,5 millones de metros cúbicos de tierra para hacer un relleno. Esto evitará inundaciones.
Dentro de la obra hay plantas de concreto, asfalto y hierro. En cada una se procesa el material para edificios, pista, ‘apron’ (zona de estacionamiento), ‘run-up’ (zona de prueba de motores), etc. Todo lo producido por la planta más grande de concreto va al ‘apron’. Esta área debe soportar el peso de los aviones. Por eso tiene una capa de 45 centímetros de hormigón.
Para comprobar la calidad del asfalto y el concreto dentro del aeropuerto hay un laboratorio de la Universidad Católica. Allí se hacen estudios para verificar que su estado sea óptimo. Si una volqueta carga asfalto se mide su temperatura, antes de colocarla.
La planta trabaja de 07:00 a 03:00 y produce 3 000 toneladas diarias. En la pista y el taxi way se trabajan secciones de 600 m de longitud. El área de almacenamiento de combustibles tiene un avance de 98%; fue construida por una empresa estadounidense.
En el hangar de mantenimiento, que es para todas las aerolíneas, se construyen dos tanques. Debido a que en esta área hay riesgo por los trabajos en los aviones y el combustible, los tanques están diseñados para almacenar espuma que, en caso de un incendio, llenará todo el hangar, para evitar una propagación.