Haciendo una analogía con la cancha, para mí la salida al escenario siempre conlleva un momento de tensión, de ansiedad, porque uno pone todo en ese espacio. Uno tiene que planificar cada movimiento, entrar en contacto con la gente, con los músicos y tener ciertas estrategias en el caso que las cosas salgan mal; con los deportes es igual. Nada está dicho, hay un montón de cosas que generan tensión.
Al igual que los deportistas, los músicos tenemos varias horas de entrenamiento y preparación física. Horas antes de mi entrada al escenario, trabajo la voz, chequeo que todo esté en orden, ultimar detalles en cuanto música. Y en los instantes antes de entrar prefiero que mi mente esté en otra parte.