En el Distrito, según el Municipio, hay 50 zonas proclives a deslaves e inundaciones por el invierno. En estos sitios ubicados en el centro, norte y sur de la ciudad habitan 500 familias.
Sin embargo, el mayor impacto del invierno, desde la semana pasada, afectó a los sectores: La Colmena, La Libertad, San Juan y Guápulo (en la parte alta), Conocoto Alto y San Francisco de Miravalle. 75 familias han sido damnificadas en lo que va de este año .
Lourdes Rodríguez, secretaria de Seguridad, informó que solo cinco familias del sector de La Colmena han sido reubicadas en un albergue que funciona en una casa comunal en los Dos Puentes.Ahí se acomodaron las 23 personas que vivían en la casa de José Bugñay. El día en que llegaron al albergue, Alejandra Ortega, técnica de la Unidad de Riesgos del Municipio, anotaba en unas hojas la información de cada una de las familias evacuadas.
Las familias afectadas en otros sectores, como La Colmena y San Juan, se reubicaron en viviendas de familiares o amigos.
A las 10:45 del pasado viernes, Paulina Ñacato estaba en el patio de su casa en la calle Libertad, en el barrio San Juan. Ella lavaba la ropa de su familia en una tina de plástico. El miércoles 11, una fuerte lluvia provocó que un muro de contención se derrumbara debido al fuerte temporal que actualmente soporta la ciudad.
Los pedazos de roca que componían la edificación descendieron por una de las laderas de ese sector y cayeron en el patio de Ángel Galarza. Él y su familia fueron evacuados y la casa quedó vacía.
El deslave rompió un tubo del sistema de alcantarillado. Hasta el domingo, las tres familias que viven en la casa de Ñacato no podían usar el servicio de agua potable, porque no había forma de evacuar las aguas servidas.
Solo una habitación en la parte trasera de la casa fue desocupada. En el resto de habitaciones los ocupantes de la casa intentan seguir con sus actividades cotidianas. Ñacato contó que para el aseo personal ella y sus familiares utilizan el baño de sus vecinos.
El tránsito vehicular fue rehabilitado en la calle Tegucigalpa el viernes anterior. Mientras que el tramo de las calles Río de Janeiro y Nicaragua continuaba cerrado. Los buses que circulan por el sector fueron desviados.
La Alcaldía explicó que con las primeras 75 familias afectadas se trabaja en la elaboración de fichas para entregar los USD 200 del bono de apoyo humanitario durante tres meses.
Ayer, el alcalde Augusto Barrera recorrió tres albergues de la Administración Zona Centro, que recién estarán disponibles desde esta semana en caso de emergencia. En la Administración Centro hay siete sitios y en toda la ciudad 50, que pueden ser habilitados para recibir a familias que requieran ser evacuadas. Los albergues del centro tienen capacidad para más de 150 personas. Hay colchones, cobijas y agua caliente.
Asimismo, se realiza un estudio de cada caso para la ejecución de las obras de mitigación emergentes. Mediante un estudio se determinará los sitios donde sea necesario construir muros.
Actualmente se construyen 25 muros en diferentes partes de la ciudad. Estos se realizan en base a un informe del año pasado. Se invierten USD 2,5 millones y están ubicados en la av. Simón Bolívar, sector La Forestal, la autopista Rumiñahui, entre otros.
En el sector de La Libertad, que también fue declarado en emergencia por el Municipio, hay paredes de tierra que corren el riesgo de derrumbarse.
Desde el museo Templo de la Patria, la calle Aguarico desciende por las laderas del Pichincha y atraviesa el sector de La Libertad. En esa vía, es común ver montones de tierra que caen de las paredes húmedas, especialmente de los terrenos baldíos. El pasado viernes, Hilda Castro terminaba de secar el piso de su casa. El agua lluvia de la noche anterior había inundado su local de víveres. “Cuando llueve, la calle se convierte en un río”.
El sistema de alcantarillado no ayuda a desfogar el agua lluvia porque la mayoría de sumideros de esta calle están tapados.
Frente al negocio de Castro hay un muro de unos 25 metros de altura. El martes 12 una parte de ese muro se derrumbó. Hasta el viernes, ningún plástico cubría el talud.
Flor Espinoza, una de las dirigentes del barrio, aseguró que las obras de mitigación no llegan a tiempo. Admitió que los vecinos no colaboran en la limpieza de los sumideros. Aseguró que hace falta control sobre los terrenos abandonados. “Hay vecinos que construyen sin permisos y que no tienen conciencia sobre el riesgo que generan”.
Según Rodríguez, la declaratoria de emergencia es un esfuerzo de todas las dependencias municipales para ejecutar acciones de prevención, mitigación y de respuestas a las emergencias por el invierno. Para la realización de las obras se cuenta con un fondo de USD 10 millones.