Hombres y mujeres permanecen en las colas para ingresar en las unidades de El Recreo. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO.
Indignación es la palabra que usó Patricia O. para calificar el sentimiento que le genera ser víctima de acoso sexual en el transporte público. En más de una vez, cuenta, ha tenido que responder al agresor con un carterazo. Por lo general, el atacante se camufla entre el resto de pasajeros, para tocarle con la mano.
“Los hombres te tocan o te empujan. No hay quién te apoye, estás sola. Tú tienes que ver la forma para responder”. Ella es parte de las estadísticas de violencia del sistema de transporte metropolitano.
Una respuesta de las autoridades locales fue implementar cabinas para recibir denuncias en las estaciones del transporte metropolitano: Quitumbe, La Y, El Recreo, Río Coca y la estación Marín-Valles. Esto fue el 16 de diciembre de 2014.
A casi un mes de la ejecución de esta medida, se han registrado 47 denuncias. Solamente dos de estas tuvieron seguimiento y la Fiscalía se hizo cargo de estos expedientes. El proceso legal continúa.
En caso de una agresión sexual, dentro de las estaciones, las víctimas pueden acercase a estos puntos que se encuentran señalizados. Ahí, una persona registrará la queja y brindará ayuda psicológica, en caso de ser necesario.
Patricia O. indicó que no se siente segura con el hecho de que haya estos espacios para las denuncias. Aseguró que esta medida debe acompañarse de sanciones fuertes. “No sacamos nada con quejarnos”.
Ayer, 7 de enero del 2015, en la estación de El Recreo, Miriam esperaba una unidad del trolebús. Ella comentó que también ha sido víctima de acoso, pero no ha denunciado su caso. “No sé en dónde puedo quejarme o qué debo hacer”.
Daniela Chacón, vicealcaldesa de Quito, señaló que han hecho campañas de información durante diciembre y en lo que va de enero. “120 000 personas, cada mes, han sido sensibilizadas”. Considera que la instalación de las cabinas es el inicio para reconocer “un problema serio” que sucede a diario en los buses y articulados. “Yo, como afectada, debo decir basta”.
Chacón expuso la gravedad de la situación con resultados de estudios hechos por el Observatorio de Seguridad Ciudadana y ONU Mujeres.
Según las cifras, el 67% de las mujeres encuestadas en Quito ha sufrido abusos de carácter verbal o sexual dentro del transporte público. Una de cada cuatro mujeres entre 25 y 40 años ha sido tocada en sus partes íntimas y el 80% de mujeres tiene miedo de utilizar el transporte por el acoso y la violencia sexual.
A las 08:45, en El Recreo no hubo personal que atienda en la cabina de denuncias. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO.
cifra que llama la atención es que el 65% de las mujeres que ha sufrido acoso dentro de una unidad de transporte tiene como respuesta cambiarse de lugar. Miriam es una de ellas y por miedo no encara a sus atacantes. “Son agresivos y prefiero moverme de lugar”.
Al igual que Patricia O., Miriam se siente sola cuando un acosador la toca, pese a que está en un bus lleno. “No hay confianza para denunciar”.
María Fernanda Pacheco, presidenta del Patronato Municipal San José, manifestó que hay un protocolo para atender a las víctimas de violencia sexual dentro de los buses. “Queremos garantizar que las denuncias tengan seguimiento y la correcta actuación de todas las entidades responsables”.
Pacheco señaló que en los próximos meses se prevé incluir el acoso en el transporte público dentro de la Ordenanza 235, que establece las políticas hacia la erradicación de la violencia basada en género.
“En la Ordenanza, actualmente, no se ve ningún componente de movilidad. Nos parece grave porque es donde hay la mayor presencia de violencia en contra de la mujer”.
Mencionó que aún se deben hacer ajustes para tener una respuesta oportuna integral. En el siguiente mes se capacitará a los trabajadores de la Empresa de Obras Públicas y de la Empresa de Pasajeros. “Lamentablemente, son parte de los que más están en la calle y muchas veces estos hombres son responsables de incurrir en algún tipo de mirada morboso o de violencia sexual”.
Precisamente, un guardia privado que laboraba en el trolebús fue quien ‘mandó mano’ a Cristina C. “No pensé que las personas que están aquí para cuidarnos, sean las primeras en atacarnos”, reprochó esta estudiante universitaria.
Ayer, en la unidad de trolebús en que Daniela viajaba, una mujer gritó a un hombre que estaba detrás suyo. “Me estás tocando”, le dijo exaltada. Esto sucedió en la parada Plaza del Teatro a las 09:00. Nadie se acercó a auxiliarla y, después de que la mujer se movió, la unidad continuó su recorrido hacia el norte.
Este comportamiento es normal, dijeron las usuarias del trolebús. Ellas comentan que en horas pico, los agresores aprovechan para confundirse entre la multitud.
Para Norman Wray y Beatriz León, exconcejales y expresidentes de la Comisión de Equidad, es fundamental la educación para bajar los índices. “Debe existir una respuesta de rechazo en su conjunto”, mencionó Wray.
Él empezó una campaña para disminuir el acoso en la vía pública. Aquí se planteó que las mujeres porten un silbato de emergencia para utilizarlo en caso de agresión, pero la medida no prosperó.
Otra propuesta que se estancó es la implementación de un transporte solo para mujeres que también estaba contemplada en la Resolución 337.
No olvide
Si hay agresión en un articulado, debe denunciarlo al conductor. Él debe cerrar las puertas para impedir que el agresor huya.
En caso de registrarse el hecho en una estación de transporte es necesario que acuda a las cabinas de atención.
El horario de atención para recibir denuncias es desde las 06:30 hasta las 21:00, de lunes a domingo, en el caso de las cabinas.
Las víctimas pueden llevar el caso a instancias judiciales. El Municipio acompañará la denuncia y hará seguimiento.
El servicio que proporcionan las cabinas es gratuito. Las autoridades municipales recuerdan que la denuncia y la atención profesional no tienen costo.