En la cancha de Pisullí, a la izquierda de una escultura en forma de triángulo, que los vecinos llaman “obelisco”, se entregaron 300 escrituras de terrenos, el sábado.
En la cancha, el Municipio había mandado a montar una tarima para el festejo. Pero antes de que llegaran los equipos otro grupo de moradores encendió llantas y empezó una protesta.
La manifestación, según varios vecinos, estaba compuesta por cerca de 40 personas. Es gente que no está de acuerdo con el proceso de intervención que se realiza a la Cooperativa de Vivienda Pisullí, desde el 2008.
Un piquete de 120 policías llegó a las 09:00. El alcalde Augusto Barrera y la ministra de Inclusión Económica y Social, Ximena Ponce, llegaron a las 10:00.
El suboficial de Policía Luis Gudiño, parado junto al obelisco, sostuvo su arma de dotación durante tres horas. El objetivo fue resguardar la seguridad de las autoridades y evitar enfrentamientos entre los moradores.
Frente a la tarima, entre los 300 beneficiados, se encontraban muchas de las personas que participaron en la ardua y peligrosa fundación del barrio. Wilson Villavicencio, un obrero de 46 años, con un mostacho de estilo mexicano, fue uno de ellos.
Él cuenta los hechos de hace 26 años como si hubieran ocurrido la semana pasada. Acababa de cumplir 20 años cuando se unió a ese primer grupo de obreros y estudiantes, todos militantes de izquierda, que invadió ese pedazo de montaña, aquella noche del 11 de noviembre de 1983.
“Éramos como 1 500. Subíamos cantando consignas en favor de una vivienda digna. Instalarse fue fácil, lo difícil fue defender esta tierra. Fueron seis años seguidos de bala”, dice y acaricia la cabeza pelirroja de su hijo Jerson.
Geovanny Vera, de 35 años, no participó en esa primera noche pero sí en el proceso traumático de defensa de su tierra. Aún se le congestiona el rostro y los ojos se le enrojecen cuando recuerda la noche en que murió su padre.
“Estábamos merendando y, como siempre, se empezaron a escuchar disparos. Mi papá no terminó su plato. Se puso una chompa y cogió su carabina. A las 04:00 nos avisaron que había muerto”.
El padre de Vera es uno de los 18 que fallecieron en la lucha de Pisullí frente a los antiguos dueños de los terrenos de La Roldós.
Con la entrega de las 300 escrituras ya suman 900 los vecinos que tienen los papeles en regla en Pisullí, según Segundo Campoverde, presidente del Comité de Desarrollo Comunitario.
El comité se formó en 1998, por varios vecinos que criticaban a la anterior directiva de la Cooperativa. Él es el principal artífice del nuevo proceso de legalización.
La Cooperativa Pisullí tiene 1 885 socios. Cerca de 1 000 aún no se legalizan. Campoverde dice que en un año “la Cooperativa será liquidada y seremos un barrio más”.