El pesebre que se encuentra ubicado en el Panecillo es considerado el más grande de Latinoamérica. Foto captura: Secretaría de Cultura de Quito.
Más de 19 000 pequeñas bombillas eléctricas de variados colores perfilan a las figuras de 35 metros de altura que componen un pesebre navideño gigante en la cima del cerro Panecillo, en el corazón de Quito, la también llamada ciudad del sol por encontrarse muy cerca de la línea ecuatorial.
Según el Municipio de Quito, son ocho esculturas elaboradas en estructura de metal, perfiladas con las bombillas eléctricas y 1 400 metros de luz blanca tipo led, que componen el enorme pesebre visible desde la mayor parte de la capital ecuatoriana.
Esta composición ya se ha convertido en una tradición navideña para los quiteños en la época navideña porque, además, destaca en el cerro más emblemático de la larga meseta donde se ubica la ciudad protegida por grandes montañas andinas.
José, los reyes magos Melchor, Gaspar y Baltazar, la cuna de Jesús, la Estrella de Belén, el burro y el buey recrean la escena bíblica junto a la escultura permanente de aluminio de María, una réplica también gigante de la estatuilla conocida como la Virgen de Legarda, elaborada en el siglo XVIII por Bernardo de Legarda.
Estructuras de metal con bombillos son los que se observan en el Panecillo. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO.
Esa escultura, de unos 40 metros de altura, fue elaborada en España por el artista Agustín de la Herrán Matorras y luego ensamblada en Quito en 1974 en la cumbre del Panecillo o ‘Shungoloma’, la ‘loma del corazón’.
La composición navideña del Panecillo no es la única afloración luminosa nocturna de al ciudad, pues el Ayuntamiento ha adornado varios malecones y calles con figuras de luces que aclaran el paseo constante de los transeúntes que, en esta época, se agolpan en procura de los obsequios que entregarán a sus seres queridos.
En Ecuador, la tradición manda que el intercambio de regalos por la festividad navideña tenga lugar en Nochebuena, lo que genera una descomunal ola comercial en la ciudad, repleta de vendedores, formales e informales.
En muchas calles también se han improvisado tiendas de venta de adornos para los árboles de Navidad que son parte de la costumbre de la época y que ha ido ganando espacio a la elaboración de los “belenes”, pesebres o nacimientos, unas artísticas y finas costumbre antiguas.
Incluso, la Presidencia de la República, en su sede del Palacio de Carondelet, en el casco histórico de Quito, ha abierta un museo temporal con decenas de figuras y pesebres elaborados entre los siglos XVIII y XIX, muchas de ellas provenientes de varios países como Perú, Chile, Honduras, Bolivia, Argentina y México.
En esta colección, que estará abierta hasta el 15 de enero, se pueden apreciar imágenes de figuras sagradas con rostros andinos, lo que también ratifica el sincretismo cultural de la región.
Los personajes de María, José y los pastores son los que resaltan las noches quiteñas. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO.