Al fin Ecuador y Colombia dieron el paso para restablecer sus relaciones diplomáticas y emprender en el camino de su normalización. Todos debemos aplaudir este esfuerzo que se inició con la reiteración de pedido de “perdón” del presidente Álvaro Uribe por los hechos de Angostura y con las muestras de aproximación del presidente Rafael Correa y del canciller Fander Falconí.
Con la suscripción del Comunicado Conjunto de los Cancilleres, el 24 de septiembre, técnicamente Colombia y Ecuador han restablecido ya sus relaciones diplomáticas. El mes que viene se acreditarán representantes a nivel de encargados de Negocios –no se trata de nexos comerciales como equivocadamente se interpreta sino de agentes político-diplomáticos de los gobiernos- con lo cual se formalizará esa decisión.
Del documento acordado hay que destacar el compromiso de Colombia de no aplicar la extraterritorialidad cumpliendo con lo acordado en el Grupo de Río y en la OEA. Nuestro vecino acepta la plena vigencia de los principios esenciales de la convivencia pacífica que fueron violados en Angostura. Ecuador, de su lado, ratifica que continuará con su política de no “tolerar” fuerzas irregulares en su territorio.
Es positivo que se reactiven los mecanismos de entendimiento entre autoridades militares y policiales para reforzar la seguridad en la frontera, factor clave para mejorar las condiciones de vida de las poblaciones fronterizas, y que Colombia se esfuerce en tener una presencia efectiva, no solo militar sino también institucional, en toda la zona limítrofe.
Creo que Colombia hace bien en asumir la responsabilidad de ofrecer apoyo a sus nacionales en Ecuador, pero habría sido deseable que ello no se limite solo a los refugiados sino también a los desplazados que son la mayoría. Ecuador hace un gran esfuerzo en ese campo y requiere ayuda.
Si bien prefiero la negociación directa, no está mal que faciliten los diálogos la OEA y el Centro Carter. Las comisiones que se designarán tendrán a su cargo la tarea más difícil que es la de dar salida a los temas de seguridad, desarrollo fronterizo y, lo fundamental, “los requerimientos que han manifestado las partes para la normalización de las relaciones diplomáticas”.
En este último se entiende que están algunos de los “requisitos básicos” demandados legítimamente por Ecuador. Es muy conveniente que se haga especial hincapié en el impulso a la agenda positiva. Los pueblos de de la frontera lo demandan. Hay que reemprender en los proyectos binacionales de desarrollo fronterizo, el comercio, la cooperación.
Estamos bien encaminados y, por tanto, complacidos de que comience la normalización de las relaciones binacionales. Se ha hecho un buen trabajo, fuera de micrófonos, eficiente y profesional.