Valeria Heredia. Redactora (I) jheredia@elcomercio.com
Las carreras, los silbidos y la frase ‘suba, suba, es el último bus’ es el ambiente que se vive, en las noches, en las terminales microrregionales: Río Coca (Tumbaco) y el Playón de La Marín (Los Chillos).
Esto ocurre a partir de las 21:30, hora en que los pasajeros se angustian. El motivo principal: los buses disminuyen.
En el Playón, de los 10 andenes habilitados para las operadoras, seis tienen unidades disponibles. En estos hay entre uno o dos automotores. Algo contrario a lo que ocurre en las mañanas y tardes (entre cinco y seis). Esto complica la movilidad, en las noches, hacia Los Chillos, por lo que quienes viven en esta zona han optado por otras alternativas para trasladarse con seguridad.
Mesías Fueres vive en Selva Alegre, en el cantón Rumiñahui. Diariamente sale a trabajar a Quito. Lo hace por dos razones: tiene un local de cabinas telefónicas en el sector de los Granados, en el norte, y trabaja como músico en La Ronda, en el Centro.
Su rutina es ajetreada. Pero, cuando termina el día, surge un inconveniente más: el traslado. De lunes a sábado cierra su locutorio a las 21:00. Tiene que salir pronto a tomar la unidad de la Ecovía hasta el Playón. Se demora entre 40 y 50 minutos.
Cuando llega al Playón corre a buscar un bus. La distancia no es larga, pero su angustia crece porque teme no alcanzar el último bus. Casi siempre sube en uno de la cooperativa Amaguaña, ya que la última unidad parte a las 22:00.
Pero ¿qué pasa si no alcanza a llegar a esta hora? El hombre, de 33 años, optó por llevar colchones, cobijas y ollas a su local para quedarse a dormir.
“No tengo otra opción. Es por nuestra seguridad y economía”. Recordó que en varias oportunidades no alcanzó el bus y ocupó un taxi. Ese retraso le costó USD 20. “Somos varios que laboramos en las noches y queremos más cobertura”.
No es la única persona que vive esta situación. Diariamente, desde el Playón, se movilizan cerca de 22 700 personas. Laboran 1 135 buses, los cuales están agrupados en 10 operadoras.
Las horas de mayor afluencia son de 07:00 a 09:00 y de 17:00 a 19:00. Pasadas las 19:00 se observan grupos de unas 20 personas que bajan de las diferentes unidades urbanas, para tomar un bus a Los Chillos.
Pero varios de los andenes están sin carros. Alrededor de las 21:45, en el espacio correspondiente a la operadora Marco Polo, ya no hay buses. El último parte a las 20:00. Por lo que las personas que van a Selva Alegre o Cashapamba tienen que subirse a otros buses. Lo mismo ocurre con la cooperativa Condorvall.
María Elena Shigla vive en Inchalillo, en Rumiñahui. Cuando llega a la terminal, a las 21:30, ya no encuentra buses.
La solución: irse en cualquier unidad hasta El Colibrí. Desde este sector paga un taxi hacia su casa. Le cuesta USD 2.
Para esta joven, de 25 años, es necesario que se amplíen los horarios de los buses para trasladar a más personas.
Sin embargo, no es una opción que se contempla en las 10 cooperativas de buses.
Antonio Irazábal, conductor de la cooperativa Condorvall, dijo que no es una alternativa ampliar los horarios. La razón: en las noches no hay gran afluencia de personas.
Según él, en varias ocasiones los buses salen con la mitad de los pasajeros. Es decir, con 15 personas. “La mayoría se baja en el parque El Turismo (Sangolquí)”. Llegan unos cinco usuarios a sectores como Inchalillo o Fajardo. Por este motivo esa empresa optó por brindar el servicio hasta las 20:00, con intervalos de 5 minutos.
Hacia Tumbaco
En la terminal interparroquial de Río Coca, en el norte, la situación es similar. La atención se inicia desde las 05:30 hasta las 22:00. Por aquí se movilizan unas 12 200 personas hacia parroquias como Cumbayá, Tumbaco, Puembo, Pifo, El Quinche. Además, van hasta el Aeropuerto Internacional Mariscal Sucre, en Tababela.
Santiago Cusi, de 19 años, estudia en la universidad y sale a las 21:00. En la terminal ha esperado cerca de 20 minutos para tomar el bus e ir a su casa en Lumbisí (Cumbayá). Este panorama no se vive en las mañanas cuando las unidades salen con cinco minutos de diferencia entre operadoras.
Cuando se queda sin unidad es complicado, ya que tiene que tomar un taxi. Por lo que destina USD 20 en pasajes.
Estos dos lugares no son los únicos en los que se vive esta realidad. En la parada de la cooperativa Vingala, en El Girón, al norte, a partir de las 21:00 se observa a las personas haciendo fila para alcanzar un bus. El último sale a las 21:50.
La ampliación de los horarios a los valles es factible. Así lo ven desde organizaciones como Justicia Vial. Guillermo Abad, director, dijo que es necesario que se organice el transporte público para brindar un mejor servicio. Esto va de la mano con nuevos modelos de gestión innovadores para el usuario, como unidades más cómodas y frecuencias más seguidas.