Juan Carlos Quishpe, quien vive en Cutuglagua y trabaja en el Comité, espera un bus. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
Pasa casi cinco horas del día en un bus. Para llegar a su trabajo, César Rodríguez, albañil de 50 años, debe viajar desde Cutuglagua, en el límite con el cantón Mejía, hasta Ponceano, en el norte de Quito, donde construye un edificio.
Hace tres transbordos de ida y tres de regreso y en cada trayecto, dependiendo del tráfico, tarda más de dos horas.
Cruzarse la ciudad en bus no es una opción. Pasó cuatro meses sin trabajo, por lo que cuando le ofrecieron esta oportunidad no la rechazó, a pesar de saber que tendría que pasar largas horas dentro de un espacio donde la probabilidad de contagio de covid-19 es alta.
Se cuida como puede: usa mascarilla, gorra, manga larga y abre las ventanas del bus. Además, lleva un frasco con agua con cloro para desinfectarse las manos y los asientos.
Desde las 05:30, obreros, guardias de seguridad o empleadas domésticas colman las paradas ubicadas a lo largo de la avenida Maldonado, en el sur, esperando buses para movilizarse hacia el norte.
Lo mismo ocurre en la conexión de las vías Rafael Pérez Bustamante y Simón Bolívar, así como en otros puntos de la Villa Flora, la Teniente Ortiz, la Napo y la Mariscal Sucre.
Franklin Rivadeneira es empleado de un taller que repara aparatos eléctricos que se localiza cerca de la avenida Río Coca (norte). También vive en el barrio Santo Domingo de Cutuglagua. Todos los días se despierta a las 05:30 para desayunar, arreglarse y primero tomar una camioneta que lo traslada hasta la Panamericana Sur, en donde espera por un bus que lo lleve hasta la estación de Guamaní.
Allí utiliza el Corredor Sur Oriental que llega al Playón de La Marín, en el Centro. Luego parte con dirección a la parada Río Coca de la Ecovía.
Su esposa es auxiliar de enfermería y labora en Tumbaco, en el oriente de Quito. Toma una unidad que la lleva hasta el intercambiador de Guajaló. Allí se sube a un carro que la traslada a su destino final. Rivadeneira cuenta que gastan USD 1,50 en pasajes al día.
Una situación similar vive Juan Carlos Quishpe que trabaja en una fábrica de bloques en el Comité del Pueblo.
Rebeca Ayala es una empleada doméstica que labora en la parroquia de Cumbayá, y gasta USD 2 al día en los pasajes de las tres unidades de transporte que utiliza para movilizarse.
Cuenta que hay taxis que cobran un dólar por pasajero y cubren la ruta av. Pérez Bustamante – Cumbayá. “Me parece que es muy caro, prefiero madrugar y viajar en autobús”.
Los viajes largos también son constantes al otro extremo del Distrito. En Calacalí, más al norte de la Mitad del Mundo, la gente tarda 50 minutos solo en llegar hasta La Ofelia para conectarse al Metrobús.
No hay buses dentro de la parroquia, a pesar de que hay barrios lejanos como Golán, una hora montaña adentro. Esas personas deben ir en camionetas hasta el centro del poblado desde donde sale el Metrobús.
En la calle Guayaquil está la última parada. Allí toma el bus Ángela Guamaní, quien trabaja en La Mena. Para llegar debe tomar tres buses. Hasta el Condado paga USD 0,42, de allí toma otro para ir a Los dos Puentes con USD 0,25, y en la Rodrigo de Chávez aborda otro más hasta La Mena. Al día gasta USD 2,34, pero pierde más de cuatro horas de su vida.
José Chizaguano, conductor de una unidad que brinda servicio en la zona, cuenta que debido a la pandemia, salen cada media hora y con pocos pasajeros. A veces, vacíos. En cada viaje recorre más de 25 km y viaja lento para tratar de levantar más usuarios.
Justamente disminuir el tiempo que las personas pasan viajando en bus es uno de los objetivos del proyecto de ordenanza para crear el Sistema Integrado de Transporte Público que está previsto que hoy el Concejo Metropolitano trate en segundo debate.
Analía Ledesma, miembro de la Comisión de Movilidad, dice que la propuesta fue analizada y fue aprobada para que el Concejo la debata.
Se trata de una ordenanza que norma no solo la reestructuración de rutas y frecuencias, sino la tarifa, el sistema de recaudo y da pie para que el Metro pueda seguir con el proceso de contratación del operador (ver puntuales).
La tarifa integrada que recomienda la Secretaría de Movilidad es de USD 0,60, lo que permitirá a las personas utilizar un bus tipo, uno del sistema metropolitano y el Metro.
Andrea Flores, gerente de la Empresa de Pasajeros, explica que la ordenanza contempla lo que se conoce como ventana de tiempo. Se trata de un tiempo de gracia que tendrá el usuario para que, luego de salir del sistema de transporte, pueda realizar un trámite que no le tome más de 80 minutos, y vuelva a ingresar sin pagar nuevamente la tarifa completa sino solo una parte.
Flores señala que una de las principales ventajas de la propuesta es que permitirá la operación del Metro. Así, las personas que viven en Cutuglagua, y hoy tardan dos horas y media en cruzar la urbe, podrán hacerlo en menos de una.
La ordenanza
La normativa dice que los transportistas deberán firmar nuevos contratos de operación en los que se comprometan a cumplir parámetros de calidad en el servicio.
En otro de los puntos reorganiza las rutas y frecuencias dependiendo de las necesidades de la ciudad para conseguir una cobertura del 95% de transporte público.
Propone que la tarifa se fije con una fórmula técnica que tome en cuenta los gastos del operador, la calidad del servicio, la situación económica de la ciudad, etc.
Como la propuesta contempla también cuál sería la tarifa del Metro, permitirá seguir con la contratación del operador de este sistema.
Prevé un sistema de recaudo tanto para buses municipales, convencionales y Metro. Se podrá pagar el pasaje con teléfono, tarjeta, entre otros.