Un hombre se enfrentó a sacapintas en el sur de Quito para evitar que le roben USD 2500 que retiró del banco

La pistola y las balas utilizadas en el frustrado asalto. Foto: Cortesía Policía Nacional

La pistola y las balas utilizadas en el frustrado asalto. Foto: Cortesía Policía Nacional

La pistola y las balas utilizadas en el frustrado asalto. Foto: Cortesía Policía Nacional

Desde el 1 de enero hasta inicios de diciembre de este 2018, seis casos de sacapintas se han reportado en el Distrito de Quitumbe, en el sur de Quito

Uno de estos casos ocurrió al mediodía del pasado 6 de diciembre cuando un joven, de 26 años, se enfrentó a dos sacapintas para impedir que le roben los USD 2 500 que su madre y padrastro retiraron de un banco del sector de Guamaní. Manuel G. (nombre protegido)cuenta su historia:

“Era mediodía. Todo transcurría con normalidad cuando ingresamos a un restaurante para comer. Mi madre llevaba los USD 2 500 en un bolso de tela. Pedimos tres almuerzos y en un lapso de tres minutos se acercaron dos hombres de contextura delgada, de 1,70 metros de estatura. De forma agresiva nos pidieron que les entreguemos el dinero, pero mi madre se negó.

Uno le apuntó a mi padrastro con su revólver y le dijo: quieto o te mato. Al ver que mi mamá no les daba el bolso, otro delincuente forcejeó con ella, pero ella no lo soltaba. Entonces, la arrastró hasta los exteriores del restaurante.

Yo reaccioné y lo miré frente a frente. Él hombre ya tenía el bolso con el dinero y le grité para que la soltara. Finalmente lo hizo. Mi error fue perseguirle. Al momento que corría detrás de él, otro delincuente se cruzó delante de mí y me disparó. Recibí tres impactos de bala, uno en el pecho y otros dos en el estómago.

En ese instante, yo pensé que iba a morir, principalmente tras recibir el tiro a la altura del corazón. Fue duro el golpe de la bala, pero no sangré. Entonces, yo pensé que eran proyectiles de goma y continué persiguiéndolos. Los otros disparos tampoco me hicieron daño. Eso me causaba más enojo y me propuse alcanzarlos.

El desconocido se asustó, alcancé a patearle en los pies y cayó. El otro se acercó para pelear conmigo y le di un golpe que lo tumbó al piso. Pedí auxilio a unos señores que trabajaban en una mecánica, pero no me hicieron caso y se escondieron. Luego atrapé a un asaltante y lo tenía sobre el piso. El otro nuevamente se volvió a cuadrar frente a mí y con palabras soeces me dijo que le suelte a su amigo. Luego notó que mi padrastro venía atrás para ayudarme y huyó.

Me dijo ya te conozco, te voy a dar cacería y te mato. Minutos después, cuando el otro desconocido estaba sometido en el piso, la gente se amontonó y lo golpeó. Con mi padrastro le amarramos las manos y pies con los cordones de sus zapatos, llegó la Policía y lo llevaron preso.

Luego supe que las balas no me hicieron daño porque eran de un calibre inferior al tambor del revólver. Eran más pequeñas y no salían con fuerza al ser disparadas. En verdad corrí con mucha suerte, hasta los policías se sorprendieron y me preguntaron si utilicé un chaleco antibalas. Vestía solo una camiseta. Gracias a Dios estoy vivo.

No podíamos perder los USD 2 500 porque con eso iba a pagar la mediación de un accidente de tránsito que tuve el 26 de noviembre pasado cuando unos desconocidos me dieron escopolamina y se chocaron contra otro vehículo en mi taxi. Ocurrió en el sector de La Mena, en el sur de Quito.

Ese día, un cliente me solicitó una carrera en la entrada a Caupicho. Me pidió que lo lleve a un centro nocturno y que le sirva como chofer durante la noche a cambio de USD 60. Acepté y lo trasladé al lugar indicado. Me invitó a pasar con él, pero no acepté. Tampoco la cerveza que me ofreció de forma cordial.

Finalmente le acepté una bebida energizante ya que el envase estaba sellado. Consumí un bocado y comencé a sentirme mal, con mucho sueño. Mientras eso ocurría, él y otros hombres salieron del local.

Comencé a conducir el taxi y llegué hasta la terminal de Guamaní del corredor suroriental. De ahí no recuerdo lo que pasó. Lo último que les dije fue que me sentía mal y raro, por lo que les pedí que se bajaran del carro, pero era demasiado tarde. Eso ocurrió cerca de las 20:45.

Luego supe que se llevaron el taxi conmigo adentro y visitaron varias discotecas. Finalmente se embriagaron y se chocaron contra otro vehículo en el sector de La Mena. Mi carro quedó destrozado en el lado del acompañante, principalmente el faro y la puerta derecha. El guardachoque del otro automotor también quedó destruido.

Tres días después recuperé los cinco sentidos, tenía mucho dolor de cabeza. No me acordaba lo que pasó. No entiendo por qué me pasan este tipo de cosas. Mucha gente me ha dicho que me haga una limpia, pero no creo en eso”.

Los datos del Distrito Policial de Quitumbe refieren que, desde el 1 de enero al 6 de diciembre del 2018 hubo 102 denuncias de robos de arranchadores, 458 asaltos, 49 robos por aturdimiento con sustancias y 8 carteristas.

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