Como todos los martes, ayer, la capilla de Cantuña, en San Francisco, estuvo llena. Los fieles rezan al franciscano San Antonio de Padua. Foto: Galo paguay / EL COMERCIO.
Algunos hasta lloran frente a la imagen de su entera devoción. Cierran los ojos y musitan rezos. Así dan inicio a un acto de silencio y de ruegos en las iglesias del Centro de Quito.
Sus plegarias lo hacen de diversa manera: unos encorvados, otros de pies y unos pocos de rodillas. Todos piden con profunda fe. Pero ¿qué piden?
De todo un poco. Un recorrido por una docena de templos marca esta particularidad de los quiteños, sin importar la edad ni la condición social.
A la Capilla de Cantuña, ubicada junto a la iglesia de San Francisco, acuden para orar a San Antonio de Padua, de quien se dice es efectivo para conseguir pareja.
Las misas en su honor son los martes, a las 07:00. Hay tantos devotos que todas las 28 bancas de madera, para cuatro personas cada una, están ocupadas y de pie unas 50 fieles ocupan los espacios de esta edificación levantada en el siglo XVI.
Carlota Pilataxi da cuenta que también se le reza para conseguir marido. Pero, en su caso, la urgencia es otra: “Ruego, pido por la unión de mi familia y la armonía en casa”.
A cuatro cuadras de ahí, en la Rocafuerte y Chimborazo, se levanta la iglesia de San Roque. Allí está la Virgen de La Borradora y sus fieles son muchos: “Llegan incluso desde Colombia”, asegura Édison Pitiu, ayudante de la sacristía.
Era la antigua patrona de los reclusos y le solicitan la conversión de personas en problemas o que van por malos pasos.
Pero si está atravesando un problema desesperado bien puede acudir a la iglesia de Santo Domingo, ubicada en la Guayaquil. Allí está la imagen de San Judas Tadeo.
Elvia Cóndor, devota de este santo, se acerca a pedir su auxilio: “Me deben un dinero y no me quieren pagar”.
Más al sur, en las calles Loja y Borrero, está San Sebastián. Su patrono es el Señor de la Justicia y se pide su intervención para la gente que está en líos legales y judiciales, también brinda tranquilidad y salud.
“Cuando no hay la justicia humana, la justicia de Dios toma parte”, indica Olga Panchis.
La mujer de 62 años vive en Quitumbe y los martes reza más de lo habitual, pues ese día se ofrecen varias misas en honor a la imagen. Su fe ha sido el bastón en el cual ella se ha apoyado para ganarle al esfuerzo de criar sola a sus cuatro hijos.
Debido a su popularidad, la fiesta del Señor de la Justicia se celebra del 9 al 15 de marzo; a pesar de ello, cada martes y viernes, a las 07:00 y 08:30, se realizan las homilías en su honor. Los encuentros son multitudinarios, pues todo el templo (500 personas) se llena.
Los devotos llegan de todas partes de la ciudad y del país. María Gramal, lo hizo desde Camuendo (Imbabura). Esta vez llegó con su amiga, Isabel Morales, a quien le abandonó su marido y está enferma.
Más al norte, y si ha perdido la esperanza y desea recuperar las ganas de vivir y de amar, acuda a la iglesia de San Agustín. Allí está la imagen del Señor de la Buena Esperanza.
Si no tiene consuelo su alma, nada mejor que asistir ante la imagen del Señor del Divino Amor, en La Merced.
Para curar esas dolencias del cuerpo pude acudir ante el Señor de los Remedios, en la iglesia de San Blas; las misas son los martes y jueves, a las 18:30; y el viernes, a las 07:00.
Y si anda tambaleando su matrimonio o trabajo, los devotos aconsejan ir a Jesús del Gran Poder, en San Francisco.