Los habitantes han visto con indignación e impotencia cómo desaparecen bajo el fuego decenas de hectáreas del bosque protector de Quito.
Como han denunciado los grupos ambientalistas, el daño que se hace al entorno urbano es muy grave porque la regeneración de la flora es un proceso lento y esto perjudica la calidad de vida de la gente. La reacción de las autoridades ha sido débil frente a esta tragedia ecológica y social. Hasta ahora no es claro que el Municipio tenga una política para defender el cinturón verde y evitar las invasiones a los cerros como producto del clientelismo electoral y el populismo.
Bastó ver la ciudad el pasado domingo para constatar cómo fue asediada por grandes incendios.
Es hora de que el Cabildo diseñe planes a mediano y largo plazos para que los bosques no sean destruidos por la falta de educación de ciertos ciudadanos y la inacción de las autoridades.