En la vía principal de La Roldós, unos 500 m antes del CDC, la gente sabe que la parada se ubica frente a la legumbrería, pero no hay letrero ni estructura. Fotos: María Isabel Balarezo / ELCOMERCIO.
Las hay de todo tipo: con estructuras de hierro, con tablas, con palos, con plásticos y hasta con llantas. La amplia gama de paradas de bus improvisadas que tiene la ciudad evidencia la necesidad de reforzarlas, como complemento fundamental del servicio de transporte.
A las 18:30 del viernes pasado, mientras un fuerte aguacero caía sobre el norte, centro y sur de la ciudad, los alumnos de los colegios vespertinos ubicados a lo largo de la av. Teniente Ortiz y en La Magdalena trataban de escampar mientras esperaban el bus.
En la av. Mariscal Sucre, a la altura de la Escuela de Educación Física de la U. Central y en la intersección con la calle Humberto Albornoz, más de un centenar de estudiantes buscaba refugio debajo de puentes peatonales, junto a quioscos y a la entrada de algún local comercial.
Quito tiene unas 1 100 paradas de transporte común. De ellas 475 cuentan con estructura fija, es decir techo y asiento. Las 625 restantes tienen solo señalización horizontal y vertical, es decir un letrero que indica que allí es la parada y señales en piso. Pero hay zonas que no tienen ni lo uno ni lo otro. Esto ocurre en la Pisullí, Catzuqui de Velasco, Uyachul… La Secretaría de Movilidad calcula que hay unos mil lugares usados como paradas, pero no están señalizados, sobre todo en zonas periféricas y rurales.
Cada módulo de la parada, según el modelo que maneja el Municipio, debe ser de acero inoxidable, con visera de policarbonato para que la gente se proteja del frío, el sol o la lluvia. Pero en la Loma de Puengasí, en la calle Francisco Olmos, la estructura es de palo y tiene una cobertura de eternit.
La estructura ideal se complementa con una banca metálica de 1,50 m. Pero,en las avs. Mariscal Sucre y Mariana de Jesús, la banca es de madera.
El modelo de parada tiene 3,60 m de largo por 1,50 de ancho, pero en la Simón Bolívar, sector del desvío, hay un par de llantas con tablas donde las personas esperan el bus.
La insuficiencia de este tipo de servicio es evidente. Para Mario Villagómez, director del Observatorio Ciudadano de Movilidad, solo el 6% de las paradas tiene todo lo necesario para ser útil y cómoda para la gente. Villagómez sostiene que se han hecho esfuerzos aislados, pero insuficientes.
Para Marcelo Narváez, secretario (e) de Movilidad, sería ideal que todas las paradas tengan estructura, pero por falta de presupuesto se han priorizado zonas con más afluencia (colegios, edificios…) y se han colocado tres módulos.
Letra Sigma, una empresa que ha trabajado con el Municipio en la colocación de estas estructuras, estima que diariamente circulan unos 1 500 peatones por las paradas ubicadas en el hipercentro de la ciudad, es decir, la zona ubicada entre la Naciones Unidas y la Villa Flora, y que el tiempo de espera promedio de los usuarios va de 5 a 10 minutos.
Según la Secretaría de Movilidad, la parada debe colocarse en la urbe, cada 200 ó 400 metros, pero en la parte rural, la norma cambia. Allí puede hacérselo hasta cada kilómetro.
Jesús Gómez, experto en movilidad, explica que según estándares internacionales, para colocar una parada se debe realizar un estudio sobre el origen y destino de las personas, porque una parada muy lejana hace que el usuario aborde en cualquier parte y una muy cercana causa congestión.
Gómez plantea que una alternativa es racionalizar las paradas según los circuitos. “Mientras en Argentina no todos los buses paran en todas las estaciones, en la Amazonas paran tres unidades, al mismo tiempo, en el mismo sitio”.
La normativa internacional señala que debe ubicarse en la mitad de la cuadra y que un auto no debe estacionarse 18 m antes y 9 m después. Pero en la Mariscal Sucre, sector El Condado, los autos se estacionan en la misma parada hasta sacar dinero del cajero, por ejemplo. Según la norma Inen, la parada debe tener rampa para personas que usen silla de ruedas, y letreros en braile. En el Distrito hay 870 personas que tienen algún tipo de discapacidad, según el programa Eugenio Espejo. La mayoría viven en Tumbaco y en Los Chillos.
Con el pelo, la mochila y el uniforme empapados, Carolina Amoroso espera en el sector de San Carlos un bus para ir a su casa en Pomasqui. Cuenta que no hay una parada buena y que en días lluviosos los buses no paran. El resultado: se enferma seguido y debe meter el calentador atrás de la refrigeradora.
Allí esperan bus unas 300 personas. Daniela Chacón, vicealcaldesa del Distrito, dijo que van a evaluar el estado de las paradas, porque al momento no hay un plan concreto para su intervención.