Narcisa Carrasco compró el Mini Arco y dos títeres, en Lidex, en la Isla Genovesa y Río Coca. Es madre de un niño que estudia en el Cambridge. Foto: Patricio Terán/ EL COMERCIO.
Material didáctico fabricado por ecuatorianos. Pero también importado de EE.UU., China, Canadá, Alemania y Francia se puede hallar en la capital. Padres de familia y maestros, en especial de preescolares, acuden a los locales especializados en estos días previos al inicio de clases.
¿Qué buscan? Sitios en donde adquirir artículos que a generaciones educadas con cuadernos, esferos y pizarras de tiza les suenan poco familiares.
Esperanza Chimbo sonríe al recordar a padres de chicos de segundo de básica, que llegan sin saber lo que es la ‘Base 10’. Es un material de madera o de plástico, que sirve para aprender sobre unidades, decenas y centenas, manipulándolas.
En el almacén del Centro del Muchacho Trabajador, en la av. De la Prensa, en Cotocollao, cuesta USD 14,35. Hasta este mes, por material académico han facturado USD 44 126.
El año lectivo 2014-2015 se inaugurará el 1° de septiembre, en los planteles fiscales. Pero en los particulares que ofrecen Bachillerato Internacional, las actividades han empezado.
Por ello, en papelerías grandes como Dilipa, con seis locales en la ciudad, ya se observa movimiento. Ellos disponen de 8 000 artículos que utilizan los estudiantes, de un total de
15 000 objetos en perchas.
Paco y esta cadena concentran buena parte de ventas de útiles escolares tradicionales. Aunque en la ciudad hay otras tiendas grandes como Juan Marcet, Entrepapeles, Comisariato del Libro… Dilipa factura USD 29 millones anuales.
Pero más allá de esos establecimientos, en Quito existe una oferta especializada en material didáctico novedoso, que mezcla el juego con el aprendizaje. Y que busca el desarrollo del pensamiento.
Los costos varían. Hay material de madera para encajar, sin barniz o jengas de menos de USD 5. Hasta juguetes importados que están por alrededor de USD 30, para aprender sobre fracciones, cortando frutas de madera y velcro, de Asari.
Los locales Asari están en los centros comerciales Naciones Unidas y Plaza del Rancho. Allí también hay periscopios, rompecabezas para armar y diseñar al gusto, pues vienen sin color; mullos para formar collares; dominós para asociar: ardilla va junto a nuez; disfraces… Todo llega de Francia y Alemania.
¿Cómo dar con ese tipo de lugares? Este Diario consultó a parvularias de cinco centros educativos, que prefirieron no ser identificadas por la prohibición del Ministerio de Educación de recomendar almacenes para adquirir productos.
Los cinco nombraron a dos fabricantes: Centro del Muchacho Trabajador y Crealógika, en la Venezuela y Buenos Aires, en el segundo piso del Mercado América. En ambos lugares diseñan sobre pedido.
Patricio Rivera, de Crealógika, muestra uno de sus hits, la tabla de Pitágoras. Un material para multiplicar, que trae fichas imantadas. Le permite al niño colocar por ejemplo en una fila el siete y en la otra el cuatro y ver la respuesta: 28, en el vértice. No aprende de memoria sino comprobándolo.
Entre las comercializadores están Lidex, en la Isla Genovesa y Río Coca; Asiri y Papyrus, en la Brasil y Santiago Duarte (La Concepción). Esta última importa papel y cartulina ecológica o reciclable desde Canadá. Ofrece variedad de color, por ejemplo un verde y seis tonos. Al año facturan USD 100 000.
Esos son algunos de los elementos que se usan en las aulas en esta época. En Lidex, no solo padres e hijos se quedan horas. También profesores como Marcela Noboa, de básica del América Latina. Lleva material para carteleras, cenefas… Cristina Aldaz, del Paseo del Sol, en Pusuquí, busca opciones para armar las listas de útiles.
La dueña, María López, contó que el local funciona ya 15 años. Tienen 5 000 objetos de China, EE.UU., Argentina, Perú y Colombia. Hay cucas imantadas, globos terráqueos, el Mini Arco para niños de 3 a 15 años y para abuelos; títeres, incluso de la Mama Negra… Sus parvularias asesoran a padres perdidos en el mundo de materiales innovadores, extraños para ellos.