Sofía Flores impulsa Mahila. Se la puede encontrar a través de redes sociales. Foto: Roberto peñafiel / EL COMERCIO
Escobas de hierbas, huevos, imágenes religiosas, velas, cuencos, flores y cristales son parte de los elementos en el abanico de rituales que se practican en Quito para recibir el Año Nuevo con energías renovadas. Los espacios van desde los tradicionales mercados hasta estudios de yoga.
Dejar atrás las cargas del 2019, direccionar las energías para el 2020, abrir las puertas para la prosperidad y las emociones renovadas son algunas de las consignas que se encaminan en los ritos.
Betty Conchambay es una de las personas que mantiene la tradición de las limpias en el mercado Santa Clara. Son cinco puestos donde se distinguen esencias, hierbas y preparados. Ella, al igual que sus compañeras, cuenta con un cubículo para el proceso.
La mujer sigue el legado de su madre, Luz Velasco, quien lleva 45 de sus 65 años en el centro de abastos. Camina en dirección a los parqueaderos, donde están los pequeños cuartos. Al abrir la puerta, en el espacio se distinguen tres cuadros: Jesús y de las Vírgenes de El Quinche y La Dolorosa.
Toma un huevo y lo desliza por varias partes del cuerpo de Lizeth Inga, de 22 años, quien llegó desde el barrio La Ecuatoriana. Luego sujeta la “escoba de hierbas” -con santamaría, marco, entre otras- y empieza a agitarlas mientras reza un padrenuestro.
Aunque el pedido recurrente es la prosperidad, el proceso empieza con dejar atrás lo negativo del año. Claro que Conchambay recomienda completar con un ritual de florecimiento. Este generalmente se realiza el 1 de enero. La limpia cuesta USD 7,50 para adultos y 4, para niños. La atención es de 07:00 a 16:30.
Así como se mantienen las prácticas en mercados como Santa Clara y San Francisco, en Quito hay otras alternativas. Anabella Corti, experta en terapias integrativas, a puertas del nuevo año, trabaja en procesos de renovación de la energía con velas, piedras, cuencos y, en algunos casos, baños con hierbas amargas o dulces.
En el mercado Santa Clara se conserva la práctica de las limpias de fin de año.
En la Whymper N28-18 y Orellana, Corti recibe a Bernardo Cordero. Al igual que con él, el proceso con cada visitante comienza con una pregunta: ¿Qué esperas de ti? Y llena una ficha, en la que se incluye alguna dolencia.
Cuando se trata de temas de trabajo, por ejemplo, Corti apela al chakra Meng Mein, en la parte baja de la columna. Con Cordero utiliza esencias, luego le dirige hasta una superficie cuadrada con formas geométricas. Esta sirve para equilibrar las energías. Se incluye un masaje denominado de apertura. La atención se extenderá hasta el 20 de enero.
El hombre alude a que muchas veces se piensa que estas prácticas son una “superchería”; cuando, además de una base ancestral, tienen un soporte del lado de la ciencia. Hace referencia a la teoría de cuerdas: todo es vibración. Y todo es energía.
Por su parte, Sofía Flores, especialista en bienestar, plantea rituales con un fin: conectarse con el amor divino para abrir el corazón a la abundancia. Coloca pétalos rosados en forma de círculo, velas, esencias… Cada elemento tiene un significado para guiar a Diego Isaza y a Francisco del Río, extranjeros residentes en el país, en el direccionamiento de la energía y los pensamientos para el 2020. Con voz muy suave, les invita a repetir unas líneas para recibir el nuevo año.
Anabella Corti atiende en el norte de Quito. Puede contactarla en Facebook.
Flores impulsa Mahila, que incluye productos como infusiones, aceites, cosméticos naturales, entre otros. Desarrolla terapias y rituales para trabajar distintos aspectos de la vida. Brinda una guía para realizarlos en casa o tener su acompañamiento. Lo vital: trabajar cada aspecto desde la base.
Para empezar el 2020, la experta plantea a los jóvenes publicistas un ritual que incluye sahumarse con distintas especias y flores, para soltar lo que les ató en el 2019. Romero (protección), lavanda (intuición), canela (abundancia), pétalos (amor divino-reconfortar).
Alude al dicho: “Deséalo con tanta fuerza que al universo no le queda de otra que concederlo”. Claro que, añade, hay que ir un paso más allá y actuar.