En Guamaní (sur de Quito) se encuentra la cascada Lojanita, que nace del Atacazo. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO
Quien dice que el Quito urbano no tiene cascadas, desconoce que en los barrios altos hay bellas caídas de agua. Hay sectores que tienen hasta 10. En la lista están Guamaní, Toctiuco, La Pulida, Lloa… y este feriado se muestran como una posibilidad de distracción.
En todos esos puntos, la comunidad ha sido la encargada de poner en valor a su patrimonio natural. El último en hacer ese ejercicio de apropiación es la barriada de Balcones de Beltel, ubicada en Guamaní (sur).
“Cuando las noches eran calladas, a lo lejos escuchaba cómo el agua golpeaba las rocas, así que un día, junto con tres amigos, decidí explorar la quebrada Monjas”, cuenta José Cárdenas, uno de los descubridores de la cascada La Lojanita. Le pusieron ese nombre porque el barrio fue poblado hace 12 años por migrantes de esa ciudad sureña.
Eso ocurrió hace dos años. Ahora suman cinco cascadas que, con el tiempo, se han encontrado y fueron bautizadas como Sabios, La Escondida, Pailón del Taita Atacazo, Arco Iris y Manto de la Virgen. Todas nacen en el Atacazo.
Entre los moradores de Balcones de Beltel, más los cinco sectores aledaños, han armado un circuito turístico que está cobrando notoriedad. En este feriado la comunidad pretende que sea el bautizo de esa ruta, a 20 minutos de la Estación Quitumbe. En dos horas podrá conocer las seis caídas de agua.
Este es un microdestino que está dentro del Quito urbano y se irá construyendo con el tiempo, dice Patricio Velásquez, de Quito Turismo. El especialista indica que esos imanes turísticos tienen que pasar por varias fases: ubicar un atractivo, convertirlo en recurso turístico y luego generar un destino. En el presente año ya suman 60 000 capacitaciones en el área turística.
En Guamaní (sur de Quito) se encuentra la cascada Sabios. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO
En Guamaní (sur de Quito) se encuentra la cascada Sabios. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO
En Rumiñahui se ubica la cascada Cóndor Machay, de 80 metros de altura.
Más al Centro de Quito, en el barrio Toctiuco Alto hay otra caída de agua: La Chorrera, ubicada a 20 minutos de la Plaza del Teatro. Es un hito urbano con mucha historia, pues por allí ascendieron al Pichincha el científico alemán Alexander Von Humboldt y el botánico Aimé Bompland.
La comunidad de los barrios La Ballica, La Pabón, San Salvador y La Chorrera vieron el potencial de esta caída de 300 metros y que nace en el Atacazo para emprender. Para este feriado de Difuntos estarán activos los guías turísticos.
También se ofrecerán platos tradicionales en el mirador, preparados por las nueve Mujeres Emprendedoras de la Ruta de Humboldt.
Hay que potenciar desde lo local, dice Velásquez. Es decir, generar las condiciones adecuadas (accesibilidad y seguridad del espacio) y el empoderamiento de la gente. Y ese paso aún está pendiente en La Pulida, en donde hay otra cascada muy conocida por los Yumbos de Cotocollao que, cada 20 de junio, la visitan para el baño ritual.
Fanny Morales es la lideresa de esa agrupación y agrega que “esta cascada tiene historia, ya que desde allí se llevaba el agua para repartir a los primeros pobladores de los barrios del norte de Quito”.
Es más, en el punto (atrás del Rucu) aún están los pozos que se hicieron con las mingas lideradas por la gente de La Pulida, Mena del Hierro y San Enrique de Velasco.
Más al occidente, en Lloa, hay otras cascadas. Solo en el sector El Arrayán, por Cruz Loma, existen 10 caídas de agua y la comunidad está liderando el emprendimiento, apunta Mónica Gálvez, secretaria del GAD Lloa. Se suman las que están en Urauco, con siete; bajo la dirección de la comunidad Chilcapamba.
Por el oriente del Distrito, en Sangolquí, también hay estos atractivos. El que más destaca es el Refugio Ecológico Molinuco, en la ribera oriental del río Pita. Allí se puede disfrutar de varias cascadas.
En la ruralidad hay más. Nono tiene la Guagrapamba y Pahuma; Pacto cuenta con las Arco Iris y Gallo de la Peña; Nanegal con La Piragua; Gualea suma La Grados y Habaspamba.
No se quedan atrás los cantones Rumiñahui y Mejía. En la primera destaca la Cóndor Machay o Nido de Cóndor, ubicada a 17 kilómetros al sureste de Sangolquí; desde la parte más alta se puede observar la Avenida de los Volcanes.
Por el lado de Mejía, en la parroquia rural de Manuel Cornejo Astorga, está la cascada De Napa (de 250 metros de altura), menciona Edwin Cruz, director de Desarrollo Económico y Productivo del cantón.