Los firmantes fueron los representantes del Comité Pro Mejoras, la Secretaría de Ambiente del Municipio y Emaseo. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
Este domingo 6 de septiembre del 2020 se concretó un convenio para el manejo de residuos en el barrio González Suárez. Los firmantes fueron los representantes del Comité Pro Mejoras, la Secretaría de Ambiente del Municipio y Emaseo. Hace tres años comenzaron los esfuerzos para reciclar los desechos en el sector a partir de la iniciativa del Comité y de los moradores de cinco edificios que coordinaron acciones con gestores ambientales de la Universidad San Francisco de Quito.
El esfuerzo permaneció frenado hasta que llegó la pandemia y más vecinos se unieron. Al momento, ya son 20 los edificios que separan los desechos. Carla Segovia del edificio Acropólis, dice que no requiere mucho esfuerzo, ella usa fundas de colores para no confundir los residuos. En una bolsa azul coloca papel, cartón, envases de plástico, metal y envases de vidrio. En cambio, en una funda negra pone basura orgánica. Dice que solo requiere un minuto diario para organizar los desechos.
Simón Soriano habita en el Edificio Cruz del Sur. Felicita la iniciativa en la que su lugar todavía no participa, pero afirma que sin duda se sumarán.
Juan Carlos Avilés, secretario de Ambiente del Municipio, explicó que se trata de hacer conciencia y llegar a acuerdos con la comunidad. Los vecinos ya venían separando los residuos, pero la idea es que exista un ‘cable diferenciado’, es decir que luego no se mezcle todo.
Parte de lo que se separa, residuos secos, como papel, cartón, plástico, etc., se dirigen a un centro ambiental de recuperación. Así se cumplen varios objetivos: se facillita la tarea y se dignifica a las personas que se dedican al reciclaje, pues ya no tienen que abrir fundas e introducirse en los contenedores en busca de estos elementos. Gracias al convenio, 200 edificios del sector participarán ahora en la diferenciación de desechos. Los vehículos recolectores de basura de Emaseo mantendrán diferenciados los residuos. Se espera replicar la idea en otros barrios.
Fernando Granizo, secretario de Políticas y Planeamiento Ambiental, afirma que en el barrio González Suárez trabajan siete mujeres recicladoras. Actualmente los 20 edificios les entregan directamente a ellas las fundas con los materiales inorgánicos. Los riesgos para su salud se reducen así. Desde el punto de vista ambiental se deja de enviar todos los desechos al relleno sanitario del Inga, lo que hace que se alargue el tiempo de uso de este. Además, los elementos inorgánicos entran a procesos sanitarios de reutilización y reciclaje. Granizo recuerda que de una botella se pueden hacer recipientes, textiles y madera plástica.
La estrategia municipal de diferenciar los residuos en coordinación con los barrios se llama ‘Quito Circular’. Emaseo se encargará además de pesar con las recicladoras el material reutilizable para determinar cuánto se está dejando de enviar al relleno sanitario del Inga. José María Lasso, presidente del Comité Pro mejoras del barrio González Suárez dice que las mujeres recicladoras tienen una buena relación con los vecinos, esto hace que se les permita recoger los residuos diferenciados dentro de los edificios. El proyecto tiene una segunda fase en la que se espera clasificar los residuos orgánicos. Lasso refiere que en el chat de reciclaje del sector están incluidos al momento 61 moradores de igual número de departamentos.