La gesta del 10 de Agosto de 1809 se desvanece en la memoria

En 1809,en este lugar estaba el Palacio de la Real Audiencia de Quito.  Ahora es conocido como el Palacio de Carondelet, la casa de Gobierno. Foto: Galo Paguay/EL COMERCIO

En 1809,en este lugar estaba el Palacio de la Real Audiencia de Quito. Ahora es conocido como el Palacio de Carondelet, la casa de Gobierno. Foto: Galo Paguay/EL COMERCIO

En 1809,en este lugar estaba el Palacio de la Real Audiencia de Quito.
Ahora es conocido como el Palacio de Carondelet, la casa de Gobierno. Foto: Galo Paguay/EL COMERCIO

A diario, miles de quiteños recorren las calles del Centro Histórico. Visitan antiguos edificios para pasear por museos, hacer trámites o trabajar. Pero, ¿qué saben de los orígenes del Quito independiente de hoy?

En un recorrido por la Plaza Grande, el Museo Alberto Mena Caamaño (de Cera) y los alrededores de San Agustín, las respuestas sorprenden. Unos niños que salían del Museo no tenían idea de que el 10 de Agosto de 1809 fue el Primer Grito de la Independencia, ni de que el 2 de Agosto de 1810 masacraron a los patriotas.

Otros pequeños, que también participaban en un curso vacacional, veían la representación de uno de los lúgubres calabozos en donde ocurrió la masacre, y preguntaban a los líderes de su curso por qué tenían sangre en la ropa. Los jóvenes no tenían respuesta. Ninguno sabía que ahí estaba el Cuartel de la Real Audiencia.

Según el cronista Alfonso Ortiz Crespo, “a falta de cárcel para presos políticos, las autoridades españolas decidieron encarcelar a los complotados en el cuartel” Allí, ese 2 de agosto, dentro del cuartel murieron 50 personas, cuando los quiteños pretendían liberar a quienes enfrentaban una posible pena de muerte, por traición. En total murieron unas 300 personas, el 1% de la población. “Cualquier quiteño pudo haber tenido un conocido, familiar o amigo asesinado allí”.

A pocos pasos del cuartel está lo que hoy es el Palacio Presidencial, que en 1809 era el Palacio de la Audiencia. Según Ortiz, del estilo original del edificio ya no queda casi nada.

Las pistas para recordar cómo Quito se convirtió en lo que es ahora están en esos antiguos muros, que guardan siglos de historia, y en el Quito moderno que crece y se alarga cada vez más. Los edificios ya no se conservan igual, pero la historia sigue latente. Vive también en esos homenajes que hacen las ciudades a sus patriotas al ponerle sus nombres a sus vías.

La calle principal del barrio La Ronda es un tributo a Juan de Dios Morales. Cerca, una calle lleva el nombre de Juan Pío Montúfar, el marqués de Selva Alegre. Este último recibe un triple homenaje, pues hay además un emblemático colegio en el sur, en su honor, y la calle Selva Alegre, en el barrio Las Casas, recuerda su título nobiliario. En Santa Prisca se recuerda a Juan Salinas, Juan Larrea, Juan Pablo Arenas y al cura de Píntag, José Riofrío.

El nombre de Manuela Cañizares bautiza a dos escuelas de experimentación pedagógica, a un instituto de formación de maestros y a una calle del sur, en el barrio

Como es usual en esta época, los jubilados se reúnen a diario en la otrora Plaza Mayor y el martes observaban cómo se avanzaba en el montaje para la Fiesta de la Luz. Al preguntarles sobre el porqué de la celebración, solo asociaban el 10 de agosto con la libertad. 

Aunque a diario ven el monumento que domina el centro de la Plaza, que ahora se llama de la Independencia, no sabían que es un homenaje que el general Eloy Alfaro hizo a los próceres cuando era Presidente, a inicios del siglo pasado.

De tanto pasar por las mismas calles, no se han detenido, por ejemplo, a leer la placa que rinde homenaje a Manuela Cañizares, por haber recibido el 9 de Agosto de 1809 en su vivienda, ahora casa parroquial de El Sagrario, a los próceres que formaron el Primer Gobierno Criollo, que duró seis meses.

El catedrático Amílcar Tapia recopiló documentos con datos sobre Cañizares: sus amigos la llamaban ‘Mialita’ y era una mujer muy instruida. La valiente quiteña fue clave para que se concretara la gesta ese 10 de agosto, pues su casa estaba en un punto estratégico.

La idea había rondado meses antes. En diciembre de 1808, los patriotas planearon una rebelión en contra de los españoles, en Carnaval, pero el intento se frustró porque alguien habló de más y contó los planes. Por eso también fueron apresados. Pero la gente de la ciudad, cuenta Ortiz, ocultó los documentos del proceso y fueron liberados.

Hoy, 10 de agosto de 2017, en Quito habrá fiesta en su honor. El presidente Lenín Moreno colocará una ofrenda floral al pie del monumento, a las 10:00, y asistirá a la ceremonia militar en Parcayacu.

Entre las 12:00 y las 14:00 se puede retirar una entrada gratuita para ver en Carondelet la obra ‘Sueños de Revolución’, hasta la medianoche. Y desde varios puntos de la ciudad se podrán ver los juegos pirotécnicos en memoria de los patriotas.

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