Una carpa conecta la sala de cuidados paliativos con la azotea del Centro de Atención Temporal, en el norte. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
Dicen los psicólogos que ver el cuerpo inerte de un ser amado ayuda a procesar el duelo. Que luego de la muerte de un familiar o amigo, el contemplarlo sin vida es el primer paso para entender que ya no está. Por eso es importante el ritual del velatorio. Porque le permite a la familia decir adiós.
A las personas que han perdido a un ser amado por covid-19 se les ha negado esa despedida. Debido a la virulencia de esta enfermedad están prohibidas las visitas; el reporte médico se da por teléfono o por e-mail. El enfermo entra muchas veces caminando a una casa de salud y su familia no vuelve a verlo más.
En el Centro de Atención Temporal (CAT) Bicentenario se está habilitando una sala de cuidados paliativos que permitirá a la familia acercarse al enfermo que está perdiendo la batalla contra el coronavirus sin riesgo de contagiarse. No podrá tocarlo, pero sí verlo. Podrá hablarle y sentirlo cerca.
Para que eso sea posible, se está adecuando un espacio en los 10 000 m² de construcción donde funcionaba el Centro de Convenciones Bicentenario.
Se instaló una carpa plástica a manera de un corto túnel que conecta el exterior con la sala de cuidados paliativos. Las personas ingresarán por la azotea del centro y tendrán acceso visual a las 10 camillas que en un inicio tendrá el lugar.
La sala se está habilitando como parte del proyecto más reciente del CAT. Paúl Carrasco, su director, explica que recibirá a pacientes que se encuentran en estado de coma y están ocupando una cama en unidades de cuidados intensivos de casas de salud.
Generalmente son pacientes no recuperables. Carrasco indica que en este lugar recibirán todos los cuidados necesarios hasta el día de su muerte y así las camas de UCI en hospitales podrán ser ocupadas por contagiados que requieren esa atención y que tengan mayores posibilidades de vivir.
El proyecto incluye apoyo psicológico a familiares, quienes podrán ir a diario a visitar a su enfermo. Se espera poder habilitar el servicio a mediados de octubre, lo que coincidirá, según el funcionario, con una segunda ola de contagios.
Carrasco muestra cada una de las áreas que se han implementado en el CAT para atender a pacientes y confirma que lo que nació como un centro de apoyo al sistema de salud público, hoy es un hospital.
En un inicio, únicamente se recibían pacientes con síntomas leves, pero conforme la pandemia creció comenzaron a llegar enfermos más graves.
Hace casi tres meses se incorporó una sala para cuidados intermedios que hoy tiene capacidad para 10 personas.
Habilitar una sala de esas características hubiese requerido USD 100 000 -advierte Carrasco- pero se logró con donaciones. Recibieron equipos muy buenos del Fondo por Todos: un desfibrilador, saturadores de oxígeno, mascarillas para oxigenación y otros.
También han recibido apoyo de Médicos Sin Fronteras, sobre todo para la habilitación de la sala de cuidados paliativos.
En los exteriores del centro se dispusieron dos carpas de triaje para valorar a los pacientes a finales de julio, pero un viento veraniego se las llevó y el centro decidió abrir una sala de emergencias dentro de las instalaciones, donde la gente no pase frío ni incomodidad.
La sala de emergencias, que se abrió el mes pasado, funciona las 24 horas y es atendida por tres médicos. Los enfermos que llegan son evaluados y si tienen baja saturación de oxígeno (menor a 90) son ingresados a la sala de emergencias, y pasan a hospitalización o a cuidados intermedios.
Carrasco recuerda que otro de los factores que motivó a abrir la sala de emergencia fue la alta demanda de la gente.
Narra que llegaban pacientes en camionetas desde Cayambe, y que incluso arribaban personas ya sin vida.
En el momento, la sala atiende de 20 a 30 pacientes al día. El mes pasado, cuando la demanda era mayor, recibían 100. De las 170 camas con las que cuenta el CAT, 37 están ocupadas.
Al centro llegan enfermos independientes o derivados de las brigadas. Ximena Abarca, secretaria de Salud, contó que se han realizado 14 970 atenciones en los ocho puntos fijos de triaje municipal. Además, se ha atendido a 13 606 personas mediante las brigadas móviles.
Juana Loja acudió ayer 30 de septiembre del 2020 hacerse revisar. Su hermana contrajo la enfermedad hace un mes y falleció. Y ella empezó a sentir dolor en los pulmones hace tres días. Sentada en la sala de espera del centro cuenta que no tiene fiebre, pero sí miedo. “Gracias a Diosito esto es gratis, si no tocará ir a morir a la casa”, dice en voz baja.