Quienes duermen en la Tribuna de La Shyris envuelven sus pertenencias con plásticos.Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
Duermen en medio de sacos de yute, pedazos de alfombras viejas, lonas, cartones y plásticos. Convirtieron los graderíos de la Tribuna de la Shyris, en el norte de Quito, en su hogar porque no tienen otro sitio dónde quedarse.
Los vecinos del sector aseguran que desde hace unos siete meses es común encontrar a más de cinco personas que pernoctan allí. Hay madrugadas en las que soportan hasta siete grados de temperatura y abrazan a sus mascotas para abrigarse. Por las mañanas se bañan con botellones de agua. Esconden los cartones y la ropa en la tribuna, para que otros indigentes no se los lleven.
Cristian Hernández, de 24 años, llegó a Quito desde El Salvador, hace tres meses.Cuenta que busca a su madre ecuatoriana que vive en Portoviejo. Nunca la conoció. Lo dejó junto a su padre cuando nació. Ahora se quedó sin dinero y vive en la tribuna junto a su perro Kendo, al que cuida desde que era cachorro.
Subsiste del oficio de cuidar autos por las noches e hizo amistad con otras personas que comparten el mismo espacio. Uno de ellos es Miguel León, de 55 años, oriundo de Los Ríos, quien también labora como cuidador de carros.
Gabriela Quiroga es secretaria de Inclusión del Municipio. Asegura que a raíz de la emergencia sanitaria, el número de habitantes de calle y en situación de calle se ha incrementado en la capital. Los primeros son personas que tienen familia o casa, pero se dedican a la mendicidad.
Los otros no tienen parientes u hogar y subsisten de lo que recaudan en el día como recicladores, cuidando vehículos en la calle, pidiendo dinero a transeúntes.
Antes del 16 de abril del 2020 eran aproximadamente 2 000 y ahora son 3 000. De ese número, 120 tienen problemas psiquiátricos. Es decir, no saben dónde se encuentran, desconocen sus nombres, piensan que viven en otra época, tienen delirios de persecución.
También hay familias sin hogar que pernoctan en los parques La Tolita, La Alameda y El Ejido. Quienes salen a ejercitarse en La Carolina dicen que la situación allí es similar.
“Es la consecuencia de la migración, son extranjeros muy pobres que llegaron al país. Siempre piden caridad”, manifestó Carlos Velasco, quien vive en la avenida Eloy Alfaro.
Los deportistas coincidieron en que familias enteras ocupan los sitios con viseras. Asimismo, pasadas las 10:00, una mujer y dos niños piden caridad junto a la pista de bicicrós.
También pernoctan con cobijas, plásticos y cartones en las casetas con techo y bancas de cemento. Uno se encuentra a 30 metros de la estructura de avión frente a la calle Japón.
Atenaya Arteaga es moradora del sector y a diario deja en ese lugar una bolsa con comida para ayudar a la persona que vive allí. También le regaló una cobija. “Hay un señor que utiliza silla de ruedas y su nombre es Toni, pero yo le llamo Jesusito. Hace un tiempo llegaron funcionarios para reubicarlo pero no se concretó”, contó.
La Secretaría de Inclusión identificó varios puntos en donde se concentran las personas que pernoctan a la intemperie. Están el intercambiador de El Labrador, en el túnel de la av. 12 de Octubre y Patria y en el paso deprimido de las avs. 10 de Agosto y Orellana,
en donde hay covachas elaboradas con cartones y plásticos.
Lo mismo ocurre en el parque Jefferson Pérez, al sur de la ciudad. Un hombre vive en una covacha construida con planchas de cartón, la cual se ubica debajo del puente peatonal. Ha sido desalojado en varias oportunidades de ese lugar, pero regresa al poco tiempo.
Ante esa situación, la Secretaría de Inclusión social asegura que lleva a cabo operativos permanentes en los sitios sensibles a la problemática.
A inicios de mes intervinieron en la Tribuna de la Shyris y encontraron a 10 personas. Cuatro regresaron a Venezuela acogiéndose al Plan Retorno y otras cuatro aceptaron ser llevadas a los albergues temporales para seguir un tratamiento y reinserción social.
Desde la nueva declaratoria de estado de excepción, los técnicos del Patronato han recorrido el Centro y han entregado mascarillas a las personas vulnerables, y les han ofrecido un espacio seguro donde descansar.
Hasta este lunes 26 de abril, 86 personas se encontraban en el Hogar de Paz y accedieron a los servicios del comedor y alojamiento en el confinamiento. El próximo fin de semana, las brigadas volverán a las calles en busca de quienes voluntariamente acepten la ayuda.