El cuco de los cubanos no vive en su isla. Es un ecuatoriano que trabaja en el Registro Civil y está a cargo de entrevistar a todos los extranjeros que se quieren casar con compatriotas por la nacionalidad.Antonio Mancheno es desde noviembre pasado el coordinador de entrevistas en el Departamento de Matrimonios. Desde que llegó al cargo dio un giro al sistema de entrevistas para quienes quieren casarse. Realiza diálogos individuales con los novios y sus testigos. Antes, el procedimiento era grupal, por lo cual difícilmente se detectaban contradicciones. Esencialmente, la pareja debe probar que tiene una relación íntima consolidada de meses y presentar los documentos que certifiquen su estatus civil. En los meses más críticos, a fines del año pasado, Mancheno realizaba hasta 20 entrevistas diarias. Hoy no pasan de dos. La demanda de uniones con-yugales de ecuatorianos con cubanos cayó desde fines de marzo, con la exigencia de un visado para contraer matrimonio. Adicionalmente, la Embajada de Cuba limitó a seis meses la validez de los documentos que sus conciudadanos presentan. “Apenas ingresan a la sala yo me doy cuenta cuando es un matrimonio forzado, entre personas que no tienen ninguna afinidad”, comenta Mancheno. “No se les puede negar definitivamente la solicitud de casamiento. Lo que hago es convocarles para otra cita en 15 días”.Ante las negativas, algunas parejas que inicialmente solo se juntaban por un interés económico (los cubanos y tramitadores pagan desde USD 300 a la ecuatoriana que está dispuesta a casarse) realmente empezaron a convivir y tener una relación. Una de las principales preocupaciones de las autoridades es la cadena de nuevos arribos que conllevan estas bodas. Entre enero y marzo, unos 15 cubanos se casaron con sus compatriotas. Antes de venir al Ecuador se habían divorciado en Cuba. Seis meses después de casarse en este país se divorciaron. Entonces, como ecuatorianos naturalizados, trajeron a sus ex cónyuges con quienes se volvieron a casar, para luego tramitar la venida de sus hijos y otros parientes.Eso ocurrió precisamente con un compatriota que llegó hace dos meses con una cubana despampanante. Luego de dos entrevistas se casaron y celebraron una fiesta a lo grande. “En la primera entrevista le pregunté a ella en cuánto tiempo iba a abandonar al ecuatoriano, y dijo que estaba muy enamorada. Pasaron 15 días y él vino a preguntarme cómo podía anular su matrimonio, pues su esposa había traído a su amante de Cuba”. Quienes cobran por casarse hacen un pésimo negocio. Para divorciarse pueden necesitar entre USD 800 y 1000, porque deben seguir un litigio en un juzgado civil, que puede durar hasta un año, hacer publicaciones por la prensa… “En una sociedad machista como la nuestra, la mujer queda estigmatizada como divorciada”, recalca Mancheno.