El médico doctor José Miguel Alvear es un líder gremial muy diligente y de gran vocación organizativa. Gracias a él está a punto de culminar una gestión considerada como imposible.
Nuestra promoción de bachilleres del Colegio San Gabriel va a cumplir 50 años de su graduación y Alvear ha conseguido coordinarla, preparar la efemérides y hasta traer al país desde México, a un recordado padre jesuita, Pedro Escobar, de la época estudiantil.
La verdad es que la promoción de 1961 fue especialmente brillante, pero también siempre individualista y casi atomizada. Pido disculpas por involuntarias omisiones a científicos, como el biólogo Fernando Ortiz Crespo, precursor de los defensores del ambiente; los matemáticos: Jaime Redín, Alfredo Mena, Mauricio Troya, Luis Alemán; excelentes profesionales: Juan Carlos Bustamante, Gonzalo Arcentales, Patricio Ribadeneira, Edmundo Naranjo, Fausto Jara, Gerardo Borrero, Ramiro Cevallos, Carlos Chérrez, Jorge Correa, Gustavo Franco, Julio Gómez, Oswaldo Mantilla, Oswaldo Martínez, Marcelo Sandoval, José Sansur, Eduardo Vásquez, René Vinueza, Jorge Suárez, Carlos Morales, Fernando Núñez, Alberto Rosero, Marcelo Checa, Jorge Suárez, Alberto Robalino, Luis Vela.
También profesores: Alejandro Ribadeneira, Luis Alfonso Dávila; notables artistas: Paco Suárez Pasquel, en el piano; Leonardo Alvear, en la declamación; Joaquín Gómez de la Torre, en el dibujo e imaginería, Vicente Pástor; destacados deportistas: Patricio Oliva, Alfonso Troya, Iván Mogollón, Gastón Gómez; oficiales y marinos: Jaime Páez, Fernando Gavilanes, Carlos García. Caballerosos amigos: Camilo Ponce, Juan Carlos Araujo, Xavier Ponce, Rodrigo Borja Peña, Guillermo Tobar, René Merino, Marcelo Ponce.
Hay una enorme deuda de gratitud, primero con la Virgen Dolorosa; además con los sacrificios y privaciones de nuestros padres y con nuestros maestros. Desde la primera clase de Castellano de Leonardo Cordero y el primer deber de redacción “El amanecer visto desde un tren en marcha”. Luego inspiradísimos profesores: Rodrigo Malo González, Carlos Echeverría, Carlos Guarderas, y sobre todo, José Ribas de Reyna, recién ordenado sacerdote, quien ha hecho desde hace más de medio siglo por Ecuador, las obras apostólicas y el andinismo, mucho más que todos los ecuatorianos.
Y por supuesto, con otras lamentables omisiones como el español Luis Enríquez, también Santos Valseca, José Joaquín Flor, José Mendoza; el doctor Hernán Rodríguez Castelo, de Filosofía y Literatura, quien embarcó al San Gabriel en los concursos del libro, de historia y economía ganados cuando su primera edición por Francisco Proaño Arandi -un curso menos-, Enrique Chiriboga y quien estas líneas escribe -dos competencias- en lo que Rodríguez mismo ha llamado “la edad de oro de la cultura gabrielina”.