Las ruinas del Cojitambo en Azogues, son parte de la ruta.
Ecuador se suma a un camino de más de 6 000 kilómetros que conforman el Qhapaq Ñan, el sistema vial andino que fue reconocido por la Unesco como patrimonio mundial.
Esta ruta que atraviesa los países de Chile, Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia fue la columna vertebral del poder político y económico del Tahuantisuyo.
En nuestro país, la ruta tiene 108 kilómetros, que inician en Rumichaca, en Carchi y terminan en Amaluza, en Loja. Pasa por áreas naturales protegidas, reservas de biósfera e importantes puntos arqueológicos.
El camino se dividió en tramos y secciones y no todos se encuentran en las mismas condiciones. Por ello, el Ministerio de Cultura, de Ambiente y Turismo emprenderán varios proyectos de desarrollo.
Esta ruta -que cruza de norte a sur junto a los Andes- fue construida en línea casi rectas entre un punto y otro para un recorrido rápido, explica el arqueólogo y Antropólogo José Echeverría, de la Academia Nacional de Historia.
Echeverría detalla que el ramal era de tierra y medía cerca de 20 centímetros de ancho. Sin embargo, en sectores como Quinchuquí Alto, en Otavalo, se amplía a 15 metros.
A pesar de su importancia la mayor parte de tramos están cubiertos por pasto. En otros ha sido empedrado o ampliado.
En Imbabura hay dos ramales: uno que avanza hacia el norte por el Chota y otro por Salinas. En Ibarra cruzaba por la actual calle Juan Montalvo.
Esta arteria avanza hasta las faldas del volcán Galeras, en Colombia. Según el historiador los incas, diseñaban sus rutas en busca de recursos.
Más vestigios en el centro
Por la provincia de Chimborazo pasa el tramo mejor conservado del Qhapaq Ñan. Son 9,98 kilómetros que conectaban a los habitantes de la nación Puruhá con el Palacio de Ingapirca. La vía está en Chunchi, entre las comunidades Achupallas y Culebrillas.
César Ortega, guía nativo, explica que en esa parte se identifica como ingeniería Inca, para la movilización militar.
Los paisajes y vestigios ahí encontrados lo convirtieron en un sitio turístico. Las ruinas de Paredones abren la vía a las lagunas, cascadas y piedras.
A lo largo de este tramo se encontraron ruinas de los Tambos, que eran sitios que el ejército Inca utilizaba para descansar de las largas caminatas.
Uno de los más grandes está junto a la Laguna de Tres Cruces, a 40 minutos de Chunchi. En este sitio, incluso, hay construcciones sumergidas en el agua.
En Tungurahua, la Plaza de la Resistencia ubicada en el sector de Huaynacurí en el barrio San Jacinto, en Píllaro, fue un sitio sagrado Según los historiadores, allí nació Rumiñahui.
en Pillaro está la plaza de resistencia en honor a Rumiñahui. Foto: Glenda Giacometi/ El Comercio
El investigador, Luis Lara, dice que del Qhapaq Ñan solo queda intacto un tramo de tres kilómetros con dirección a Guapante.
Allí están los rastros donde se levantó un centro de adoración, pero una gran parte del camino ya desapareció.
El Castillo de Ingapirca, ubicado en la provincia del Cañar puede ser el tramo más importante de la ruta, que aún se conserva en el país.
Según las investigaciones, para los incas esta construcción elíptica era el observatorio del sol y de la luna.
Este complejo arqueológico es el más grande del país. Sin embargo, algunas piedras milenarias lucen desgastadas.
En Cuenca la mayor parte de vestigios de los caminos secundarios han desaparecido.
Según el arqueólogo, Raúl Marca, las huellas más importantes que quedan en el Austro van desde Achupallas hasta Ingapirca, en Cañar; y en Azuay desde Llacao hasta Pachamama.
En el cantón azuayo de Oña se destruyó una importante zona de vestigios por movimientos geológicos y la construcción de un camino vecinal.
Calle Juan Montalvo, en Ibarra, era parte del camino