La relación del poder y los trolls es secreta, concupiscente, se diría. El poder los usa como un ejército de áulicos anónimos.
Son oscuros personajes del bajo mundo que constituyen una suerte de ‘sicarios’ de las ideas. Intentan minar la entereza, intimidar, silenciar. Como matones a sueldo, ni más ni menos.
Cobijados en nombres falsos, atacan, descalifican, agreden verbalmente y hasta amenazan. No se trata de personas normales, algún desajuste mental deben tener para profesar una religión oculta de idolatría ciega a las consignas de sus ‘mecenas’.
O son desocupados embebidos en la nueva droga del Siglo XXI que supone en algunos casos la tecnología y las redes sociales, o son personas muy bien pagadas con fines políticos.
Todo esto viene a cuento por un reportaje firmado por Olga Bugorkova en la página BBC Mundo. Se titula ‘El ‘ejército de blogueros’ que apoyan a Putin’.
Lo curioso, en este específico caso de quienes la autora bautiza como troles del Kremlin, es que estos agentes de propaganda de las redes sociales son componentes de la ‘Agencia de Investigación de Internet’ que funciona en San Petersburgo. Es la guardia de los ‘troles del Kremlin’ al decir de Moy Rayon en Mi Distrito, según BBC Mundo.
A diferencia de muchos trolls locales conocidos por su sevicia a la hora de proferir mensajes y maldiciones cibernéticas, este ‘ejército’ se dedicó a legitimar la acción de Vladimir Putin en Ucrania, por el afán ruso de ocupar a esta exrepública de la poderosa y desaparecida URSS.
La modalidad no es nueva pero aunque sea una fuerza de choque de la propaganda del exagente de la KGB convertido en líder mundial su efectividad está poco probada.
Los trolls partidarios de la presidenta Cristina Fernández cayeron por que el periodista Jorge Lanata desenmascaró sus falsas identidades. Tarde o temprano se descubre quiénes son y bajo que órdenes ocultas actúan, eso ocurre cuando el poder, siempre temporal, se empieza a derrumbar.