Los pueblos amazónicos siguen en riesgo

Iván Narváez. Investigador de la Flacso

Redacción Sociedad

El lunes 10 ocurrió un nuevo hecho trágico en el que, presumiblemente, estarían involucrados miembros de los pueblos tagaeri y taromenane. A unos 80 km de  Coca, en Orellana, una mujer y sus dos hijos fueron asesinados con lanzas indígenas. ¿Puede considerarse  un hecho aislado o uno más como consecuencia de los continuos enfrentamientos entre nativos y quienes llegan a sus territorios?

Es doloroso cualquier acto que  genere muerte de seres humanos y que incentive la violencia. Las causas son múltiples y no es fácil saber quiénes son  los responsables. Pero el hecho social es que los huaorani, taromenane y tagaeri  tienen estas reacciones. Tampoco es extraño ni casuístico, es un hecho que se repite en forma permanente, a veces más violento y con más muertes. Claro que no por ser tres, esta vez deje de ser preocupante.               

¿Entonces, puede repetirse en cualquier momento?

No es aislado, porque es producto de un proceso de acoso y de integración del Yasuní a la economía nacional. Eso implica explotación del petróleo, extracción de madera en forma clandestina, caza de fauna en forma ilegal. A eso se suman los conflictos de intereses  entre indígenas y colonos, unos con actitudes de defensa y otros de explotación de recursos.

¿Por qué está aquí?
Su experiencia. Máster en CC. SS., mención en Estudios Amazónicos. Autor del libro ‘Petróleo y poder: el colapso de un lugar singular Yasuní’.   
Su punto de vista. Sería gravísima la desaparición de los tagaeri y taromenane, ya que no solo son un patrimonio cultural del país sino de toda la humanidad.

Es decir, ¿el problema ya se salió de control?

Todo los hechos configuran un escenario difícil de manejar tanto para el Estado como para los actores. Pero ese proceso social es evitable en la medida en que existan planes que salvaguarden los intereses de los pueblos en aislamiento voluntario.

Usted habla de que el Yasuní ya es una especie de panóptico, ¿por qué?

Se lo ha panoptizado en la medida en que se construye como un espacio de control y delimitaciones por parte del Estado, sumado a eso, los procesos de extracción de petróleo y madera, y de presión como el turismo. De esta panoptización, la peor parte se llevan los pueblos indígenas, en especial los más frágiles como los pueblos no contactados.

Pero se estableció una Zona Intangible y otros títulos que apuntan a garantizar la vida de los pueblos no contactados y de la Amazonia  

Hay una superposición de siete categorías que rodean al Yasuní, pero que terminan en una institucionalidad confusa y errática. Nadie sabe cómo actuar ni quién manda a quién. Así, el Estado pierde el control, ya que no se pueden aplicar las normas.
 
¿Hay quienes consideran que los huaorani son propensos a la manipulación y a la corrupción?

Ni de lejos tienen el riesgo de corromperse. Pero sí son víctimas de la corrupción, de la explotación y de la pobreza. Por eso toman determinadas conductas según su propia cultura. El Estado tampoco debe aprovecharse para imponer patrones de vestimenta, alcohol y otras costumbres que al final pueden sesgar su esencia cultural y vital. 

El Gobierno, a través de la creación del Proyecto de Reparación Ambiental y Social, dice que busca soluciones a esta problemática 

Históricamente la Amazonia ha sido objeto de la integración por parte del Estado dentro de una lógica extractivista, un fenómeno complicado. Se basa en    extraer el recurso en el menor tiempo y en busca de una mayor rentabilidad. Pero nada para el desarrollo de la Amazonia.

¿En dónde quedan los enunciados del buen vivir y derechos de la naturaleza?

No sirve si no hay una revisión a fondo de las condiciones actuales, ya que su impacto no solo en la naturaleza, sino también en los pueblos. Así la catástrofe en la Amazonia es un hecho, sobre todo para los tagaeri y taromenane

¿No faltará la oposición de quienes consideran que el petróleo es el mayor generador de recursos?

Cuando el petróleo es elevado a la categoría de recurso, es explotado hasta la extenuación. Con una racionalidad, esta extracción puede ser cambiada por otros procesos de actividad productiva. Por ejemplo, la extracción de recursos biogenéticos.

¿Eso no causará más riesgos para la Amazonia?

Todo implica riesgo. Lo grave está en el perjuicio que se puede causar a la naturaleza y al ser humano. Debe ser sostenibilidad y con transparencia.

¿Pero los tagaeri y los taromenane, por su condición, nunca se enterarán de todos estos enunciados?

No se puede pedir una explicación a quienes están en ese nivel de ausencia. Pero su propia fragilidad y ausencia constituyen el grito más estruendoso de la humanidad para exigir respeto hacia ellos y hacia su exclusión.

¿Mientras no haya ese respeto, sigue el peligro de una desaparición definitiva?

A partir de que el Estado no garantice sus derechos, pero no a partir de una propuesta desde la racionalidad occidental, sino desde la decisión de los pueblos ancestrales. Caso contrario, desaparecerán por su fragilidad.

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