Javier Cabrera labra su futuro en Quito. Foto: EL COMERCIO
Imbabura es la provincia con el mayor número de emigrantes del país que abandonan la jurisdicción por fines educativos y laborales. Le siguen Tungurahua y Cotopaxi.
Las tres localidades tienen algo en común. Están cerca de Quito, que posee una mayor oferta académica y fuentes de trabajo. Esto convierte a esa ciudad en un destino preferido, comenta el sociólogo otavaleño Juan Flores Ruales.
A escala nacional, el 27,3% de los 3,8 millones de hogares tiene algún miembro que se traslada a otra localidad, en busca de un título o un empleo. Las cifras corresponden al Instituto Ecuatoriano de Estadística y Censo (INEC).
Un ejemplo de esa situación vive la familia Valencia Guerrón, de Ibarra. Mientras la madre, Mariela, y su hija, Mayra, de 21 años, trabajan y estudian en la capital de Imbabura, el padre, Javier, y su segunda hija, Johanna, desarrollan sus actividades en provincias vecinas.
Javier labora en una institución financiera, en Carchi ,y Johanna, de 18 años, estudia Economía en la Universidad Central del Ecuador (UCE), en Quito.
Pero Johanna Valencia no es la única. Hasta el 7 de abril de este año, se matricularon en la UCE 1 090 imbabureños, 690 cotopaxenses y 594 tungurahuenses, según datos de ese plantel superior.
Una situación parecida ocurre en la Universidad Técnica de Ambato (UTA). De 16 000 estudiantes, 4 000 provienen de Cotopaxi. La mayoría viaja a diario entre las dos provincias.
Mientras que un porcentaje mínimo arrienda un departamento o un cuarto en la capital de Tungurahua, dice Víctor Suárez, secretario de Becas de la UTA. Este es el caso de Viviana Viteri. La universitaria, de Latacunga, renta -junto a su prima Nelly- un departamento en la ciudadela Nueva Ambato.
Mariela Guerrón, que se desempeña como secretaria en Ibarra, comenta que separarse es duro para cualquier familia. Pero en su caso los integrantes de su hogar aceptaron el sacrificio por un mejor provenir.
Según Viviana Viteri, tenía opciones para viajar a Ambato, Quito, Guayaquil… para estudiar. Escogió la UTA, porque gasta menos y la oferta académica es variada.
Arturo, padre de Viviana, también tuvo que salir de Cotopaxi para desempeñarse como entrenador en la Federación Deportiva de Pastaza. “La familia se reencuentra los fines de semana, cuando podemos”.
Andrés Gallegos, de Ibarra, que cursó Electrónica en Telecomunicaciones en la Politécnica Nacional, en Quito, calcula que un estudiante de provincia requiere un promedio mensual de USD 400 para hospedaje y comida.
Para Juan Flores, las metrópolis -como Quito, Guayaquil y Cuenca- siempre atraen.
Además, en las ciudades satélites como Ibarra y Otavalo, en Imbabura, y Latacunga y Salcedo, en Cotopaxi, la oferta educativa es limitada y no hay mayores fuentes laborales. Como ejemplo señala que la Universidad Técnica del Norte (UTN), la principal de Ibarra, gradúa entre 50 y 200 profesionales por semestre. “Sin embargo, esa cantidad no tiene un equivalente en la población laboral que se jubila; es decir, que haya vacantes para ocupara los nuevos profesionales”.
Esa es la razón que motivó a Javier Cabrera, de 25 años, a abandonar Imbabura. Hoy, este especialista en Diagnóstico Estratégico, Creativa, Comunicación de Marca, titulado en la Universidad Católica, de Ibarra, labora en el Municipio de Quito. “En mi ciudad, además que no hay muchas oportunidades, pagan poco. Un proyecto de comunicación que acá pagan USD 2 000 allá 800”.
José Toapanta también debe viajar desde la comunidad Campo Alegre, cantón Salcedo, hasta Guayaquil. A la semana gana USD 120. Cuando retorna a su hogar, en Cotopaxi, ayuda a su esposa Martha en las labores agrícolas. En otras ocasiones, Toapanta, de 55 años, ha probado suerte en Ambato y Quito.
La realidad de las provincias del interior no ha cambiado. Así considera Shirley Espín, quien retornó hace un año de España a Imbabura, con la esperanza de instalarse. Como muchos, tuvo que buscar empleo en Quito, aunque retorna cada fin de semana a Ibarra para reunirse con su madre y su hijo.
Pero no todos tienen planes de retornar. Johanna Valencia, Joselin Pilataxi, que estudia Medicina en al UCE, y su hermana Jeanine, ingeniería Mecánica, en Alemania, proyectan su futuro fuera de su natal Imbabura.
El éxodo de profesionales y fuerza de trabajo de las provincias vecinas de las ciudades grandes es muy preocupante. Ese es el criterio de Mishell Saúd, presidente de la Cámara de Comercio de Ibarra. “Es una suerte de fuga de cerebros, que debe cambiar, porque afecta el desarrollo local. Ibarra, por ejemplo, solo ha despuntado el comercio”.
En contexto
Imbabura, Tungurahua y Cotopaxi son las provincias que tienen mayor movimiento migratorio a escala nacional. La búsqueda de carreras universitarias no tradicionales y de trabajo son las principales razones para salir a las metrópolis, como Quito y Guayaquil.