Sergio Checa compró un carro y financió la mitad de su casa tras negociar los bonos. Foto: Diego Puente / EL COMERCIO
Este año deben retirarse 1 749 docentes que cumplen con la edad y los años de aportación al IESS. Y 5 000 más tramitan su jubilación voluntaria. En ese grupo están los profesores que tienen enfermedades catastróficas o invalidantes.
El ministro de Educación, Augusto Espinosa, confirmó que se están resolviendo los problemas administrativos para agilitar la desvinculación docente. Esto tras la muerte de Cumandá Páez, ocurrida en mayo pasado. Ella fue una profesora que buscaba el incentivo económico de jubilación, ya que tenía cáncer.
Este hecho dio lugar a una reestructuración del equipo que tramitaba las jubilaciones en el Ministerio. Espinosa lamentó la muerte de la profesora y dijo que hubo indolencia por parte de funcionarios que no resolvieron la ‘tramitología’.
El ministro Espinosa detalló que hasta el 2015, 19 665 profesores dejaron el Magisterio. Hasta junio de este año, 1 743 docentes se jubilaron (ver gráfico). Se prevé que hasta finales de este año sean 6 749 los profesores jubilados.
La economía del país y la caída de precios del petróleo influyó para que el dinero que se entregaba a todos dejara de ofrecerse. Hoy solo lo reciben si cumplen con la edad y si tienen enfermedades catastróficas e invalidantes.
Pese a la situación, el Ministerio afirma que hay cuatro tipos de jubilación: obligatoria, voluntaria, por enfermedad catastrófica e invalidez. La primera se concede a quienes tienen 70 años. Los docentes reciben efectivo en sus cuentas.
Zobeida Játiva, exdocente, pondera el proceso. Dejó el magisterio en el 2012 cuando tenía 70. Recibió USD 38 000.
“Sin ser ‘correísta’ defiendo al Presidente de la República porque nunca pensé tener el beneficio”. Vive en una casa propia, en el valle de Los Chillos, en el suroriente de Quito, comprada con ese dinero.
Agustín Carrillo, otro jubilado, también se desvinculó con USD 39 000. Con el dinero pagó deudas, compró parte de una casa propia en Carapungo, en el norte de Quito, e hizo un préstamo quirografario para cancelar la diferencia.
Las jubilaciones por invalidez o enfermedades catastróficas se aplican a profesores que tienen complicaciones en su salud. Ellos deben presentar su caso, con la recomendación del médico del IESS para dar paso a la separación del Magisterio. Las carpetas pasan a una comisión interministerial que analiza la documentación. Cumandá Páez llegó a este paso cuando falleció.
Por la desesperación, antes de morir interpuso, junto con Margarita Pombosa, maestra de 69 años con insuficiencia respiratoria, una acción de protección para que les permitan jubilarse sin perder el incentivo económico. La jueza falló a favor, una semana después de la muerte de Páez.
Pombosa todavía no puede cobrar el dinero, pese a la aprobación de la acción de protección. El viernes pasado, una decena de profesores participó de un plantón, para pedirle al Ministerio que cancele el dinero. “Me dijeron que debo esperar y que tenga paciencia ya que es un trámite de los ministerios del Trabajo y Finanzas”.
En una entrevista con este Diario apuntó que desde la muerte de Páez, funcionarios del Ministerio les han llamado y están pendientes de su jubilación. Eso ratifica Elsa Durán, profesora, de 60 años, que no puede trabajar después de una operación de corazón abierto.
Durante un período, el Ministerio pagó el estímulo en bonos, que podrían ser cambiados por efectivo cuando los maestros cumplían 70.
El ministro Espinosa indicó que hasta el 2015 se jubilaron voluntariamente 9 981 maestros, “la mayoría con bonos”.
Uno de ellos fue Sergio Checa (foto) de 65 años, quien recibió papeles por USD 47 000. Él pudo negociarlos en la Casa de Valores Santa Fe. Le cobraron USD 7 000 por el trámite.
Con el resto aprovechó para financiar parte de su casa en Pomasqui y comprar un vehículo. Pinta, escribe y cuida a su hijo menor, Ariel.
La casa de valores compró esos bonos y los podrá cambiar cuando Checa cumpla 70 años, es decir, en el 2019. “Los bonos me ayudaron para tener mis bienes; pero sí fue un perjuicio venderlos así”.
Con menos suerte corrió Germán Erazo, que en el 2012 aceptó los bonos. Los negoció en una casa de valores y esta los vendió a un ente intervenido. Este año le ofrecieron pagar USD 7 000 cada seis meses. Su jubilación era de USD 47 000, pero perdió USD 11 000. Quería una casa.
En contexto
Para ‘rejuvenecer’ a la planta docente, este Gobierno impulsó una política: la entrega del estímulo económico a la jubilación. Además mejoró el salario e hizo que el aporte al Seguro Social sea real y no con el salario mínimo, como regía desde otros períodos.