¿Quiénes conspiran contra los ciudadanos de un país donde reinan la intolerancia, la falta de debates, la desconfianza e incertidumbre?
¿Conspiramos los periodistas al criticar al poder o conspiran los seguidores del poder cuando atacan al periodismo?
El Diccionario de la Real Academia Española define el concepto “conspirar” como “unirse para contribuir a un mismo fin”.
¿Quiénes quieren hacer daño a los ciudadanos? ¿Quiénes manejan la estrategia de desprestigiar al periodismo y acusarlo de cómplice de lo peor que le ha pasado al país?
Hoy en día -dice el periodista español Arcadi Espada- “abundan los profesionales de la conspiración, que identifican a los medios de comunicación como refinados instrumentos del capital para el dominio y el descerebramiento de las masas”.
Y luego, Espada se pregunta: “¿cómo y por qué han acabado odiando a los periódicos de ese modo obstinado y feroz?”.
Muchos de ellos son quienes siguen fanáticamente a un poder que, de manera sistemática, estigmatiza y desacredita a los periodistas con el objetivo de golpear su credibilidad y afectar su reputación.
Algunos, incluso, son colegas que decidieron convertirse en empleados públicos y olvidar que la esencia del oficio es el cuestionamiento al poder.
Arcadi Espada considera que también existen otros sectores que, simplemente, ignoran o desconocen a los periodistas y a los medios tradicionales.
Jóvenes que jamás abrieron un periódico, veteranos de las Cartas al Director (ofendidos porque solo se publicaron dos cartas de las diez enviadas), reporteros autoexpulsados del proceso de vivir el oficio desde la incomodidad del rigor y la autocrítica, mujeres desinteresadas de las agendas mediáticas tradicionales, catedráticos que nunca han pisado una sala de Redacción…
Y ahora se viene una consulta popular con ingredientes antiperiodísticos y una Ley de Comunicación que, tal como está planteada, es una normativa contra los medios no gobiernistas.
Si en la consulta triunfara el sí en la pregunta que pretende configurar un consejo que regule (¿censure?) los contenidos de la prensa, se fortalecerá el discurso de aquellos profesionales de la conspiración que se han sumado a la estrategia de los ataques verbales y la intimidación judicial contra los periodistas.
Si a ello se añade la ley contra los medios, el escenario para el ejercicio del periodismo independiente será mucho más complejo que el que vivimos ahora.
No será, sin embargo, el momento de retroceder o callar. O creer en los conspiradores.
Será la hora de acercarnos mucho más a los ciudadanos.
Será la hora de mezclarnos más con ellos, ser parte de ellos, contar los hechos nunca desde nosotros, siempre desde ellos.