Personas que consumen licor se reúnen en la plaza y cerca a la UPC, en Cotocollao. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
Existen varias formas de medir el impacto del virus en un poblado. Las dos más usadas tienen que ver con el número de contagiados y con la tasa, es decir, la relación entre enfermos y el número de habitantes. En ambos casos, Cotocollao está entre las zonas más golpeadas por el covid-19 en el Distrito Metropolitano de Quito.
Es la parroquia con más contagios, tomando en cuenta su población. Cotocollao comparte el primer lugar con La Magdalena, con 58 casos positivos por cada 1 000 habitantes.
A pesar tener 29 816 pobladores, tiene más infectados que otras parroquias populosas, como Quitumbe, Conocoto o La Ecuatoriana.
¿Por qué la situación de esta zona es tan crítica? Las autoridades coinciden en que uno de los principales factores es la interacción que la población tiene en el espacio público: presencia de vendedores ambulantes, libadores en calles, aglomeraciones y falta de control en la feria del sector.
Cotocollao es una zona desordenada. Todos los días hay tumultos e informalidad en las calles y parques.
A lo largo de la av. Lizardo Ruiz es usual encontrar más de 50 comerciantes autónomos no regularizados. Colocan toda clase de productos sobre las aceras e impiden el paso de los peatones. Venden ropa, bisutería, vajillas, juguetes, frutas, verduras, accesorios de celulares, mascarillas y más.
En un recorrido que realizó este Diario el lunes 5 de octubre del 2020, se constató que algunos vendedores de alimentos preparados no utilizaban mascarillas y manipulaban los productos sin higiene. Se topaban la cara y asaban alimentos sobre una parrilla.
En la parada de buses de la av. 25 de Mayo, por momentos los usuarios que esperaban las unidades se amontonaban sin respetar los distanciamientos.
César Díaz, secretario de Seguridad del Municipio, indicó que en Cotocollao la presencia de libadores en los espacios públicos agrava el problema, sobre todo en el parque central ubicado en la Vicente López y José María Guerrero, en donde también hay informalidad.
El morador Luis Cadena contó que los consumidores de licor se reúnen todos los días y causan temor a quienes caminan allí. “Beben trago sin registro sanitario. A veces se quedan dormidos sobre el césped, a la intemperie”, contó.
En el recorrido se observó que un grupo de seis hombres se dedicaba a esa actividad frente a la Unidad de Policía Comunitaria (UPC), en la vía Santa Teresa. No utilizaban mascarilla y no respetaban los distanciamientos.
La Secretaría de Inclusión Social registró casos de alcoholismo y consumo de drogas en la población. Además, advierte que los días de feria (viernes y sábado) el número de libadores aumenta. En esa zona han identificado 10 habitantes de calle, 40 personas en situación de movilidad humana y 40 personas que expenden licor artesanal y drogas.
Díaz admitió que hay delincuencia y microtráfico. Por eso, los operativos conjuntos con la Policía Nacional y el Ejército continuarán realizándose de forma permanente. “Todo responde a una planificación. Seguiremos interviniendo”, aseguró.
Por su lado, la Agencia Metropolitana de Control (AMC) desplegó 210 operativos en el sector. Desde el 17 de julio hasta el lunes pasado se levantaron 223 actos de inicio por distintas faltas. Se sancionó a 180 personas por no utilizar mascarillas, en el mismo período.
Según los funcionarios, una de las calles donde más irrespeto hay es en la Lizardo Ruiz.
Ana Galarza trabaja en un local que comercializa utensilios de cocina. Asegura que pasadas las 16:00 las calles son casi intransitables, porque los informales ocupan las veredas. “No se les puede reclamar porque son muy agresivos”, dice.
El desorden en la parroquia genera inseguridad. El vecino Faustino Romero indicó que los asaltantes deambulan por las zonas aledañas al parque.
Contó que a su sobrino le robaron el celular esta semana. Se quejó de que los libadores dan mal aspecto al barrio y son focos de contagio debido a que no utilizan protector facial y comparten el mismo envase.