En el antiguo edificio del Banco Popular funciona ahora el Ministerio de Educación. Archivo / EL COMERCIO
Romper y quemar los viejos documentos que respaldaban una inversión que hizo en un fondo de inversión, a través del Banco Popular, no fue suficiente para que Juan M. (nombre protegido) supere la pérdida económica que sufrió.
Dos décadas después del cierre de esta entidad, el excliente mantiene intactos esos recuerdos y piensa cómo sería su vida si esto no hubiera ocurrido.
Juan M. tenía una cuenta corriente y USD 96 000 en el fondo de inversión Visión. Los recursos estaban destinados a la compra de un departamento en Quito, pero postergó esa transacción y, confiado en la situación del Banco, dejó su dinero, en la década de los 80.
La entidad estaba en una situación óptima, según accionistas y excolaboradores de la entidad. Pero esto cambió.
A raíz del feriado bancario de marzo de 1999, la Superintendencia de Bancos contrató una auditoría internacional para definir la solvencia de todas las entidades, según su nivel de patrimonio técnico, que debía ser mínimo del 9%.
Fernando Armendáriz, exadministrador temporal del Banco Popular y liquidador de las entidades ‘off shore’, sostiene, respaldado en documentación que aún conserva, que en los primeros informes se determinó que su índice de solvencia era 12,46%. Luego un experto, contratado por la Súper de Bancos, estableció que el indicador estaba por debajo del mínimo requerido del 9%.
En estas condiciones, la entidad fue colocada en junio de 1999 en una posición de saneamiento abierto, bajo la supervisión de la Agencia de Garantía de Depósitos (AGD) y seguía atendiendo hasta que tres meses después una denuncia en Miami, EE.UU., en contra de su presidente ejecutivo Nicolás Landes (accionista del holding Ceval), sumado al ambiente que se vivía en el país, generaron desconfianza.
Los clientes empezaron a retirar su dinero de manera masiva hasta que la entidad se quedó sin liquidez y solicitó un crédito al Banco Central del Ecuador (BCE) por 120 000 millones de sucres (unos USD 10 millones de esa época).
Para la entrega de estos recursos se puso como condición la salida de Landes. En su lugar estuvo Miguel Dávila, entonces subgerente general del Banco Central.
Estos cambios generaron dudas en Juan M., pero un asesor de su confianza le aseguró que la institución financiera estaba bien, así que no retiró su dinero.
Dávila, quien estuvo al frente entre septiembre de 1999 y enero del 2000, tenía también la impresión de que el Banco estaba solo con un problema de liquidez. Luego descubrió que había inconvenientes por los fondos de inversión.
Ahora, desde su oficina que está a unos metros al sur de donde funcionaba el Popular, comenta que el lapso de tiempo que estuvo al frente de esa entidad fue “como estar 10 minutos bajo el agua”.
Dávila encontró que había un retiro importante de recursos, pero lo complejo era el manejo de los fondos de inversión gestionados mediante el Banco Popular del Ecuador y administrados por el Banco Popular Internacional en Bahamas. Entre ellos estaban los fondos Visión y Capital.
En estos se evidenció que en los retiros no se consideró que eran transacciones de riesgo y, según el caso, había ciertas pérdidas. Ante esto, Dávila dio la “mala noticia” de suspender estos pagos.
Esa no fue la primera vez que comunicó algo negativo. En su gestión se dio cuenta que hubo inversiones en empresas que habían quebrado. Esto provocó que algunos clientes de los fondos no recuperaran sus recursos o recibieran montos parciales. Los depositantes sí recibieron su dinero.
Juan M. recuperó lo que tenía en su cuenta corriente, pero del fondo Visión obtuvo solo entre un 10% y 12%, y “a cuenta gotas”. Con eso priorizó el pago de deudas y los gastos principales. No se pudo comprar un departamento.
Juan M. vivió durante 13 años en las instalaciones del hotel que administraba.
Otros afectados fueron los clientes del Fideicomiso Solidez. Carlos Solines, representante de un grupo de inversionistas, comenta que eran entre 120 y 160 perjudicados. En total, esto representaba alrededor de USD 80 millones. El proceso para recuperar esos recursos tomó seis años.
Landes, quien ahora trabaja como consultor privado, sostiene que lo ocurrido respondió a intereses de ciertos sectores en Colombia y Ecuador. La denuncia en Miami se resolvió a su favor.
Esto no lo libró de ser procesado por peculado. Estuvo detenido en Costa Rica y en Ecuador, desde el 2005 al 2009. En el Pabellón A del ex Penal García Moreno le diagnosticaron cáncer. En ese entorno logró tener el respeto de sus compañeros que le nombraron caporal, en el último año.
Sobre los fondos de inversión, el exbanquero comenta que todos se liquidaron, excepto el de Visión. Reconoce que en estos años ciertos exclientes lo han cuestionado en público por este tema, pero él dice que ha aprendido a sobrellevar la situación.
Frases:
“En el Banco Popular tenían inversiones en fondos representantes de comunidades religiosas, políticos, empresarios y otros”. Carlos Solines, Vocero de los afectados
“El Banco tenía una clasificación AAA+. Mientras estábamos en la fila señoras con atuendos indígenas nos brindaban café”. Juan M., Cliente del Banco Popular