Camp Lejeune, AFP
Unos 200 jóvenes marines estadounidenses se despidieron de sus familias en el estacionamiento de la base Camp Lejeune (Carolina del Norte) antes de viajar hoy a la guerra en Afganistán, entre bromas y risas nerviosas que reflejaban la tensión del momento.
Las caras ansiosas de sus padres y sus esposas o novias delataban la gravedad del asunto.
“Estamos justificadamente orgullosos, pero obviamente nerviosos”, dijo un sombrío James McDermott, de 56 años, cuyo hijo Luke, de 22, partía a su segundo envío a la guerra de Afganistán.
Las familias se despidieron en el ventoso estacionamiento de Camp Lejeune la noche del martes, antes de que los marines volaran a Afganistán.
Los miembros del batallón 1 del 6° regimiento son el primer envío en el marco del refuerzo de 30.000 soldados estadounidenses a Afganistán decidido por el presidente Barack Obama.
Los cerca de 200 marines partieron hoy temprano por la mañana, como parte de un batallón de 1 500 hombres que estarán en el terreno antes de fin de año.
En los próximos meses la cifra de infantes de marina en Afganistán subirá de los actuales 13 000 a cerca de 20 000.
A medida que la luz del día comenzó a generar sombras en las barracas, los marines más jóvenes cargaron un camión con el material de las tropas mientras un sargento le gritaba órdenes.
Luke McDermott dijo que cuando fue enviado por primera vez a Afganistán, en 2008, se sentía mejor que ahora.
“Ya sé cómo es la cosa, lo que me espera”, dijo.
De algún modo, las familias son las que más sufren el proceso de partida, cuenta Nicole Carpenter, de 21 años, cuyo esposo Matt partía para -al igual que Luke McDermott- su segundo envío a la guerra.
“No veo la hora de que se vaya de una vez. Que empiece la cuenta regresiva. Cuánto antes se vayan, antes van a volver a casa”, explica.
Carpenter, que está embarazada, afirmó estar “orgullosa” de su marido, pese a tener “sentimientos encontrados” sobre la ocupación estadounidense en Afganistán, que divide a la opinión pública en Estados Unidos.
Muchos de los familiares lloraban mientras los oficiales leían uno a uno los nombres de los soldados llamándolos a subir a los cinco ómnibus que los llevaron a la pista aérea.
A las apuradas, los últimos saludos, abrazos con sus padres, el último beso a su mujer, una foto con su bebé.
Tanto los marines como sus familias saben que las bajas están subiendo entre las tropas que operan al mando de la OTAN.
Al menos 491 soldados extranjeros murieron en Afganistán en lo que va de 2009. De ellos, 304 eran estadounidenses, contra 155 en todo el año pasado.
Estados Unidos invadió Afganistán a fines de 2001, tras los ataques del 11 de setiembre, y desde entonces mantiene tropas allí.