El miércoles, estudiantes de secundaria de Quito recibieron una charla del uso y consumo de drogas. Foto: Pavel Calahorrano/ EL COMERCIO.
La droga era vendida en el patio del colegio. El estudiante que la ofertaba se paraba en una esquina y usaba una gorra verde cuando tenía marihuana y una roja cuando tenía cocaína.
Así fue como las autoridades de un plantel del norte de Quito, detectaron que 30 de sus estudiantes consumían estupefacientes.
Ese número alarmó a los profesores y por eso dicen que “replantearon la forma de prevenir el consumo de drogas”.
Antes dictaban una charla al trimestre. Ahora realizan seis al año. Además, presentan documentales y películas relacionadas con las enfermedades que causan las adicciones.
Otra forma de evitar el problema es invitar a fundaciones para que dicten conferencias y realicen talleres. Esto lo hacen tres veces al año con distintas dependencias como Dinapen, Cruz Roja y psicólogos internacionales…
Pero, ¿quiénes son los encargados de prevenir? El Ministerio de Educación bajo el Acuerdo Ministerial 6914 señala que esas acciones deben ser desarrolladas por los Departamentos de Consejería Estudiantil (DECE). Eso lo corrobora, Celine Andrés, subsecretaria de Innovación y Buen Vivir de esa Cartera de Estado.
Además, explica que existe un programa completo a escala nacional de campañas preventivas del uso de sustancias ilícitas.
Sin embargo, las autoridades de educación no conocen cuántos estudiantes han recibido esta capacitación ni tampoco si ha disminuido el número de alumnos con problemas de consumo.
Esto sucede porque actualmente se trabaja en un sistema que contiene esa información.
Lo que sí se sabe es que cada colegio maneja mecanismos distintos para prevenir.
Por ejemplo, en un plantel de 1 600 estudiantes, en el sur de la capital, se crearon grupos extraescolares de deportes, danza, música y pintura.
De esta forma evitan que los jóvenes usen su tiempo libre en vicios. Así lo señala la psicóloga del plantel. En cambio, otra institución del centro, con 2 000 alumnos, se usa charlas con testimonios de personas que han superado las adicciones. También, ofrecen conferencias para los padres de familia. A ellos les ayudan a identificar si sus hijos están ingiriendo sustancias ilegales.
Estas no son las únicas formas que existen para evitar el consumo. En la Ley de Drogas, que fue aprobada en septiembre por la Asamblea Nacional establece en su capítulo dos que los colegios deben incluir una materia que enseñe sobre los “riesgo del consumo de drogas y estrategias de prevención”. Esto en la práctica no se cumple. De hecho, hay planteles que realizan actividades los sábados para no afectar con las clases de los alumnos.
Ese es el caso de un colegio en el centro de Quito, donde estudian 2 000 alumnos. Una vez cada dos meses organizan encuentros sabatinos de cuatro horas. Allí les hablan de drogas y del microtráfico.
Antes de que se aprobara la Ley de Drogas, el debate se centró en el incremento de este fenómeno. Por eso, el presidente Rafael Correa, pidió que se endurezcan las penas para los expendedores.
Incluso una prioridad de la Policía fue combatir la venta de droga al menudeo. De allí, que en el 2015 se incautaron 16 toneladas de estupefacientes que estaban destinadas para el consumo interno.
Hasta el 16 de marzo de este año, la Policía confiscó 3,54 toneladas.
Además, el Ministerio de Educación en coordinación con el ECU911 colocó cámaras de seguridad en los planteles educativos con más de 1 000 alumnos. Esto para identificar a los microtraficantes. Hasta marzo, en el país se instalaron 1 400 equipos de video.
En tanto, otras instituciones como la Secretaría Técnica de Drogas también fueron creadas para el apoyo de la prevención. Ellos en coordinación con las autoridades educativas organizan jornadas de prevención en colegios y escuelas. Así lo informaron capacitadores de esta dependencia a EL COMERCIO. Además, dicen que preparan a los maestros de los DECE para que desarrollen programas y campañas de prevención.