Presos crean ‘megabandas’ en las cárceles

Policías y militares refuerzan la seguridad en la cárcel regional de Guayaquil. Foto: Mario Faustos/ EL COMERCIO

Policías y militares refuerzan la seguridad en la cárcel regional de Guayaquil. Foto: Mario Faustos/ EL COMERCIO

El pasado miércoles 12 de junio del 2019, la Policía realizó controles en el interior de la cárcel de Guayaquil. Foto: Archivo/ EL COMERCIO

La violencia desatada especialmente en dos cárceles de Guayaquil deja ver cómo las bandas criminales han ido consiguiendo mayor poder. Este Diario cruzó información con agentes asignados a la investigación de este tema, quienes dicen que con la intención de tomarse territorios dentro de las penitenciarías, los cabecillas y sus colaboradores comenzaron a reclutar a integrantes de pandillas que pagan condenas o a integrantes de pequeñas redes delictivas.

Según agentes, el poderío que han tomado los grupos ha llevado a denominarlos ‘megabandas’; han captado incluso a guías penitenciarios y policías.

Desde el año 2017 hasta febrero pasado, 50 funcionarios penitenciarios fueron detenidos por permitir el ingreso de objetos prohibidos.

En un caso registrado el 2 de enero pasado, en la cárcel de Guayaquil están procesados 10 agentes por ingresar clandestinamente droga, licor, armas y hasta una nevera.

En ese expediente también está señalado el cabecilla de Los Choneros, la megabanda más grande que opera en los reclusorios. Las otras son Los Gorras y Los Cubanos. Las tres mafias libran una batalla.

Usan redes de sicarios para consolidar su poder y aumentar sus territorios. Pero su economía se basa principalmente en el narcotráfico.

“Son miles de personas que trabajan para ellos dentro y fuera de las cárceles. Los Choneros les dan el material (la droga) y les brindan seguridad”, dicen investigadores.

Durante sus indagaciones, han detectado que el fenómeno que se vive ahora en Ecuador y que ya se registra, por ejemplo, en Venezuela.

En sus reclusorios operan megabandas y los cabecillas aumentan su poder a través de alianzas y crímenes, pues aprovechan el débil sistema de rehabilitación para extender su influencia hacia las calles.

“Acá pasa igual. Los Choneros reciben tantos privilegios y por eso hay crímenes dentro de las cárceles y ordenados desde ahí”, señala un agente.
Uno de los últimos casos de sicariato quedó grabado en una cámara de vigilancia. En las imágenes se ve la silueta de un hombre con su mano derecha metida en el bolsillo de una chaqueta deportiva.

Siguió a su víctima hasta el interior de una escuela. Al ingresar a un aula sacó una pistola del bolsillo y disparó al cuerpo de un joven, quien en ese momento cargaba la mochila rosada de su hija.

La víctima era alias ‘Patacón’, de 27 años, y su crimen ocurrió el lunes pasado, en Babahoyo, en la provincia de Los Ríos. Su asesinato fue ordenado por una de las megabandas.

Ese mismo día, en la cárcel regional del Guayas fue degollado alias ‘El Cubano’, líder de la banda Los Cubanos.

Ambos crímenes se investigan como parte de un fenómeno delictivo caracterizado por el ajuste de cuentas y pugnas por el tráfico de drogas.

El asesino de alias ‘Patacón’ conmocionó a Babahoyo. Testigos indicaron que tras la balacera el sicario huyó con un motociclista, quien lo esperaba afuera de la escuela.

El crimen ocurrió en presencia de cuatro niños y una profesora. Un escolar de 6 años recibió un disparo en la pierna y fue trasladado a un hospital.

Otras muertes vinculadas a estas megabandas ocurrieron en Quevedo, Los Ríos. El 28 de marzo pasado fue acribillado un exteniente de la Policía.

El crimen se dio cuando merendaba con su familia en un local de comida. Él fue separado de la institución después de ser detenido con 31 kilos de droga, en el 2009.

El 17 de abril fue asesinado alias ‘Oso Yogui’ y un día más tarde murió ‘El Pinta’. En todos los casos, los gatilleros huyeron en motocicletas y propinaron más de 10 disparos. Los agentes indican que tras estos crímenes está el narcotráfico.

Ahora, sobre los centros de rehabilitación rige un estado de excepción y la idea es controlar el ingreso de drogas, armas y otros objetos ilegales.

De acuerdo con las investigaciones, por el ingreso de un arma de fuego los cabecillas pagan de USD 2 000 a USD 15 000. Por celulares, chips, antenas y equipos de wifi cancelan hasta USD 3 000.

Para los agentes de Inteligencia, el dinero que mueven los cabecillas dentro de la cárcel es producto de las rentas de droga, sicariato y otros delitos. Por ejemplo, ‘JR’, cabecilla aliado a Los Choneros, tendría actualmente el control del microtráfico de drogas y una red de sicarios que operan en El Triunfo, en Guayas.

Datos muestran que cada mes mueve de USD 15 000 a USD 20 000 en efectivo solamente dentro de una cárcel.

El Servicio de Rehabilitación Social ha identificado a 80 cabecillas de bandas criminales. Ellos fueron ubicados en los pabellones especiales de máxima seguridad.

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