La prensa de Hugo y Evo

Cuando era un perfecto desconocido, Evo recibió todo el apoyo de los medios de comunicación, nacionales e internacionales. Se trataba de un líder campesino que siempre defendió los intereses de los indígenas y, especialmente, de los productores de coca, la materia prima con la cual se elabora la pasta base y la cocaína.

Ancestralmente esa hoja ha sido consumida por los campesinos como una fuente de energía para soportar las inclemencias del tiempo y los estragos de la altitud. Pero ha sido satanizada porque al ser convertida en alucinógeno causa daños irreversibles y adicciones que no tienen remedio.

La prensa boliviana levantó a ese dirigente valiente que se enfrentó a la Policía, al Ejército y al poder político. Nadie conocía a Evo, Bolivia ya comenzaba a cansarse de lo mismo de siempre, de los políticos tradicionales y de todos los experimentos que siempre terminaron en una rotunda decepción.

Esa exposición mediática del prominente político lo catapultó al poder, la prensa lo encumbró, exageradamente o no, lo puso en lo más alto del pedestal porque tenía todos los méritos para ser Presidente. ¿Qué ocurrió después?

Apenas subió al poder declaró a la prensa su peor enemiga, le cerró el acceso a las fuentes y, lo que es más increíble, sentenció: “Yo no hago declaraciones a los bolivianos, solo a los extranjeros y a la prensa oficial”. Así narró este episodio el periodista boliviano Juan Javier Cevallos, quien participó en los foros sobre libertad de expresión organizados por Fundamedios.

Mucho más al norte, en la patria de Simón Bolívar, se busca la hegemonía de la información, una sola verdad, una sola opinión para imponer una ideología enredada que  pocos entienden.

“Gota a gota, Hugo ha impuesto sus leyes mediante las cuales ha consolidado su política contra los medios de comunicación”. Esto manifestó en la UDLA (Universidad de las Américas) el periodista independiente venezolano Ewald Scharfenberg.

La plataforma mediática de Chávez consiste en cuatro cadenas nacionales y locales de televisión durante la semana. Además de su famoso ‘Aló Presidente’, que puede durar cuatro o siete horas, dependiendo del ánimo y el temperamento del militar.

Un total de 400 emisoras nacionales e igual número de comunitarias integran la plataforma mediática del militar, mediante la cual domina todos los espacios. Si se sumara todo lo que habla el político bolivariano desde hace 10 años equivaldría a tres meses enteros hablando sin parar, un verdadero récord que debe ser incorporado en el libro de Guinnes.

Existe la autocensura para no provocar la ira del gobernante, la pauta publicitaria la controla él y, si se habla de béisbol, también tiene que estar presente la opinión de Su Majestad.

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