Romina tiene 5 años. A diario, su mamá Macarena refuerza lo que le enseña la maestra en clases telemáticas. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO
A Romina le cuesta entender las nociones ‘arriba y abajo’, a través de la pantalla, cuenta su madre, Macarena Castillo. La niña de cinco años cursa el primero de básica en un centro particular y está en clases virtuales, una modalidad que se mantiene desde marzo, en todos los niveles.
Por su edad, la niña no logra concentrarse al 100%, dice la madre, quien intenta reforzar algunos conocimientos.
Un total de 552 177 niños de 3 a 5 años se registraron en el sistema educativo durante el ciclo 2020-2021. La mayoría de estos pequeños (283 042) cursa el primero de básica.
La metodología para este nivel es juego-trabajo, indica Tamara Espinosa, subsecretaria de Educación Especializada e Inclusiva. Esta, anota, permite que los niños aprendan espontáneamente, en el contexto en donde se ubiquen.
Las tareas que constan en las fichas de experiencias de aprendizaje de este nivel, indica, son vivenciales. “Se pueden realizar a través de actividades de la vida diaria como tender la cama, ordenar el cuarto, escoger la ropa, etc. Así el juego es un recurso pedagógico”.
Para niños de esta edad, el trabajo diario frente a pantallas debería ser de 30 minutos de forma sincrónica y otros 30 de actividades asincrónicas.
Espinosa señaló que el currículo para este nivel contempla ejes con ámbitos de: descubrimiento natural y cultural, descubrimiento personal y social y expresión y comunicación.
Mayra Lema teme que su hijo Mateo, de 4, no logre esas destrezas con clases virtuales. Ya no quiere conectarse. “No conoce la escuela ni a sus amigos y maestras”. Esta madre se siente frustrada, ya que por cumplir con su trabajo apenas puede ayudarle con las tareas.
El aprendizaje a través de la pantalla se ha vuelto pasivo, cuando a esas edades se aprende desde lo concreto, explorando, relacionándose, dice la Corporación de Centros Infantiles Particulares del Ecuador. La mayor dificultad es emocional, sostiene Claudia Bravo, educadora. Algunos hablan de amigos imaginarios.
La diversión en familia es otra forma de aprender
Cuando se vuelva a lo presencial se realizará un trabajo uno a uno con los niños, dice el maestro de primero de básica Guillermo Chilán. Mientras eso sucede pide a los padres que en casa desarrollen ejercicios de atención y de concentración, ya que los niños están expuestos al uso de tecnología.
Los equipos docentes desarrollan actividades para que los alumnos puedan divertirse mientras aprenden. Por eso sugiere hacer lo posible para que los chicos no sientan que hacen todo por obligación. Las familias deben tomarse un tiempo para divertirse con ellos, con actividades que les permitan moverse, al crear laberintos con las sillas en la casa o armar torres con almohadones.
También pide enseñarles a ser responsables, incentivándoles a que pongan la mesa o recojan los platos. Juegos con cartas para buscar los pares o los iguales son ejercicios de concentración y de atención. Con preguntas lógicas desarrollan el pensamiento.
Tareas sencillas, base de habilidades futuras
Un niño de 3 años podría colocar la ropa sucia en su lugar o hacer pares con las medias. Los de 4 pueden poner la mesa, barrer o clasificar la ropa de cada miembro de su familia, recomienda la maestra de inicial Daniela Andrade. “Clasificar es una habilidad del pensamiento lógico matemático”.
Actividades de la vida diaria requieren de habilidades motrices, dice, por lo que hacerlas repetidamente ayuda a los niños a fortalecer la coordinación global y la segmentada.
También les ayuda en la coordinación ojo-mano, que luego utilizarán para la lectoescritura. “Cuando ellos ayudan a colgar la ropa, a poner las pinzas, este movimiento les entrena para tomar el lápiz con el dedo pulgar e índice, con la presión y prensión adecuada”.
La maestra también pide a los padres leer todos los días a sus hijos, al menos por 10 minutos. No solo los cuentos, se pueden usar revistas que describan imágenes, ir reconociendo palabras de las cajas de cereal, etc.
El trabajo en equipo ayuda más en lo virtual
La participación de los padres en la educación de sus hijos es fundamental para potenciar sus capacidades e incidir en su éxito académico, comenta María José Larrea, maestra de inicial dos y primero de básica. Una buena relación entre familia y escuela, apunta, es una de las 15 características de las escuelas efectivas. Esto aplica en lo presencial, pero más aún en la educación virtual.
El espacio de aprendizaje por excelencia es el hogar, explica la maestra. Y para garantizar el apropiado desenvolvimiento de las destrezas, los niños deben contar con un ambiente favorable, que permita primero desarrollar su salud emocional.
Por las circunstancias (el encierro), puede haber destrezas del currículo que ahora no se trabajen a plenitud, pero sí hay otras que son útiles como el conocimiento de la tecnología. También sería positivo aprovechar el entorno. “Los niños de ninguna manera están dejando de aprender”.
Los pequeños necesitan que les transmitan calma
Los niños y sus familias pueden atravesar situaciones de estrés por el confinamiento, además de problemas económicos, el miedo al contagio del virus y mayor dificultades académicas en este tiempo, reconoce Nelly Noria, docente de nivel inicial.
Por eso pide a los padres, primero, mantener y transmitir a los estudiantes seguridad y tranquilidad. Y compartirles información pertinente para que entiendan lo que está sucediendo y no tomen la educación virtual como un castigo sino como la forma de adaptarse a las condiciones actuales.
Es importante, dice, que los padres investiguen o se capaciten sobre las herramientas virtuales y las plataformas usadas por las escuelas. Así los niños se sentirán cómodos con el sistema o la tecnología que van a aprovechar.
También pide entender que se pueden presentar problemas o fallas del sistema, de la Internet, etc. Pero son situaciones impredecibles que tienen solución.