Redacción Construir
Los departamentos de un mismo edificio, así sean de idéntica superficie, tienen costos diferentes. Esto lo saben muy bien los agentes inmobiliarios y promotores.
Por eso, cuando venden las viviendas fijan un precio diferente a cada unidad según su emplazamiento interior, así afirma la corredora de bienes raíces Patricia Gordillo. “Un edificio conformado por un conjunto de unidades -departamentos, suites, lofts-, aunque aparentemente sean exactamente iguales en metraje y atributos de diseño, cuentan con esta diferencia incuestionable. No vale igual un departamento que solo tiene vista al frente que otro que tiene salida a dos y tres frentes”.
El comprador debe tomar en cuenta algunas condiciones dadas por la localización del inmueble dentro del edificio, continúa el Arq. Ramiro Soasti:
“Una de ellas, y talvez la más conocida, es la orientación. En Quito, por ejemplo, una propiedad ubicada hacia el oriente del edificio cuenta con una animosa luz matinal; cuando se localiza en el poniente se tendrá un sol que quema durante la tarde y que suele sofocar. En tanto, las ubicaciones norte y sur tienen menos sol, ya que las ventanas están en la cara sombría”.
Considerar esto antes de comprar una propiedad es clave, explica el profesional, ya que cuando se desee arrendarla o venderla, la ubicación incidirá en su valor futuro o plusvalía.
Pero no solo la ubicación incide en el precio final de un departamento. La altura es otro de los elementos determinantes en el precio de uno de estos inmuebles, explica el corredor de bienes raíces Hugo Merino.
En los edificios, con cada piso crece el valor de las unidades habitacionales. Así, un departamento ubicado en la planta baja cuesta menos que uno ubicado en el quinto piso, y los dos mucho menos que el penthouse, que es la estrella de todo edificio de vivienda y, por eso mismo, siempre está en el último piso.
El costo aumenta entre el 3 y el 5% del valor total del departamento conforme el ascensor corre hacia arriba, dice Gordillo.
¿El porqué de ese incremento? A más de la ubicación de la que habló el arquitecto Soasti, se incorporan otros elementos como la vista, la seguridad y los servicios. De hecho, explica Merino, el paisaje es mejor visto desde los departamentos superiores.
¿Y la seguridad? Pues un departamento localizado en un octavo piso es más difícil de robar que otro que está en la primera planta. Asimismo, mientras más alta se localice el inmueble tiene menos contaminación ambiental o por ruido.
“Mientras más abajo se encuentre el departamento se inmediatizan los elementos perceptibles del exterior -como ruido- y es menor el dominio espacial del entorno”, enfatiza Merino. Estas ventajas, claro está, se reflejan directamente en el precio de los inmuebles.
¿Esta premisa se da en todos los casos sin excepción?
Existe una excepción, refiere Gordillo: los edificios que no pasan de los cinco pisos y que, por ley, no están obligados a tener ascensor. En estos casos, explica la corredora, los departamentos más apetecidos son los ubicados en el segundo y tercer pisos.
“Porque son más seguros que los de la planta baja y porque no se necesitan subir demasiadas gradas para acceder a ellos, lo que siempre es un contratiempo”.