Si bien muchas de estas jovencitas caen en la trampa porque creen que estas actitudes son las mejores para conseguir amistades, lo más probable es que esos chismes y esas absurdas bromas se conviertan en armas poderosas que ponen a unas amigas en contra de otras y que solo conducen a problemas y malos momentos. Veamos por qué.
Bromas de mal gusto
Según Rosalind Wisen, educadora de padres y autora del libro “Queen Bees and Wannabes” (abejas reinas e imitadoras) tan famoso que sirvió de base a la película ‘Chicas malas’ en 2004, las bromas de mal gusto se dan dentro y fuera de los grupos de jovencitas, pero siempre son terribles. “Las bromas se las hace precisamente para poner en su lugar a quien se las dirige. Esa pobre chica puede ser acosada por sus amigas y compañeras sin piedad por algo que le causa inseguridad. Parecería que las chicas siempre saben exactamente qué decir para causar gran humillación. Además, son disminuidas o puestas de lado cuando intentan defenderse frente a frases como: “¿no te gustan las bromas?”, “¿por qué te ahogas en un vaso de agua?”. La pobre niña acosada termina por disculparse por haberse atrevido a hablar y dice: “Lo siento, soy tan idiota” o, en el peor de los casos, deja de ser parte del grupo”, señala la experta.
Chismes
El chisme, unido a las bromas es una de las armas de las preadolescentes para humillarse unas a otras y reforzar su estatus social. El chisme es muy humillante porque las chicas atacadas sienten que el mundo entero conoce algo que han hecho o dicho o algo que está siendo repetido de boca en boca sobre ellas en la escuela, a sabiendas que esto es el pilar de su autoidentidad.
“¿Sobre qué chismean las preadolescentes? En la primaria sobre los conflictos con sus amistades, las rivalidades entre grupos, los chicos y los enamoramientos; en la secundaria sobre si han tenido relaciones sexuales, si se han emborrachado o tomado drogas o si están siendo utilizadas por alguien para un fin nada bueno…”, anota Wisen.
Reputación e imagen
La reputación, sin duda, es un subproducto del chisme constante y, para bien o para mal, una trampa para las preadolescentes. “Hay varias maneras de que una chica alcance tal o cual reputación. El resto de chicas y chicos hablan de ella y la etiquetan. Si bien la jerarquía social del grupo puede proteger a una de sus miembros de una mala reputación, también puede inferirle una terrible. Por ejemplo, una chica que es popular puede evitar que se la califique de “callejera”, incluso cuando se sabe que anda con todos los chicos en no muy santas reuniones. Contrario a esto, una chica que no es popular y a la que las otras chicas no la quieren puede alcanzar mala reputación solo por ello y mantenerla por siempre”, dice Wisen.
Cómo hablar con las hijas
Se debe escoger el momento adecuado y hacerlo de manera controlada, puesto que confrontar a las hijas cuando se descubre que están en grupos en los cuales se dedican al chisme y a la broma para que ignoren este mal comportamiento no es nada fácil.
A pesar de que este consejo de la especialista suena como una estrategia razonable, es exactamente el tipo de consejo que hace que las preadolescentes sientan que sus padres no las comprenden y no entienden tampoco la clase de mundo en el que les ha tocado vivir. Cuando las chicas tienen problemas necesitan ayuda inmediata.
Si su hija luce como un posible blanco de esta mala práctica, hable seriamente con ella sobre este delicado tema. Las madres deben afirmar y asegurar a sus hijas que ellas son las mejores fuentes de información y que las escucharán sin juzgarlas, tan solo quieren ayudar y aconsejar, algo que pueden hacer gracias a su experiencia.
Luego de esto, las madres deben establecer estrategias realistas para enfrentar efectivamente el problema de allí en adelante.
Wisen considera erróneo pedir a las hijas que enfrenten a la chica malévola que ha logrado que todo el grupo se una para algo tan peligroso y malo. Sugiere pedir ayuda a los maestros o directivos del colegio en la búsqueda de una solución y /o llamar a los padres de esas chicas que están promoviendo esta clase de actitudes malsanas para evitar que continúen con esta práctica.