Posorja vive de la pesca de arrastre

Guido Macas. Red. Guayaquil

Una pequeña montaña amarillenta  se forma en la cubierta del barco Roberto. Con una pala, Issac Chimbo (18 años) recoge los crustáceos que salieron de las redes. Son camarones pomadas (amarillos) que fueron capturadas con dos redes (de 19 m de largo y 3 m de altura) que se arrastraron por el fondo marino durante tres horas.  También capturaron camarones negros y otras cuantas especies de pescados y varios moluscos.

La faena empezó a las 04:30, cuando la embarcación salió del puerto de Posorja, parroquia rural de Guayaquil, a 15 minutos del cantón Playas (Guayas).

Dos horas más tarde empezó su rutina en altamar. Con una wincha (carrete) Ángel Lijano enrolla los cables de acero que abren los tableros a los costados del barco simulando sus propios tentáculos. Ese proceso facilita que las redes se abran y caigan hasta el fondo del mar.

La tripulación, de siete personas, se reparte las tareas como la cocina, conducción  del barco y también realizan las muestras, cada 15 minutos, con redes pequeñas para ver si en la ruta que navegaban hay camarones.

A las 10:10 termina la primera faena. Los cálculos de los pescadores es que se capturaron 300 libras de pomada amarilla y 40 libras de la variedad negra. El 60% de la primera especie sirve para la exportación.

Aún están en la época de verano y no hay mucho volumen. Se llega hasta 800 libras en tres faenas diarias. En invierno,  en cambio, por cada levantada de redes capturan hasta 2 000 libras.

La semana pasada, el presidente Rafael Correa propuso que en tres años se eliminará la pesca de arrastre porque afecta a los artesanales y el medio ambiente.

Yahira Piedrahíta, directora del Instituto Nacional de Pesca (INP), dice que la flota de arrastre destruye el fondo marino, pues hay especies como la esponja que se adhieren o descansan en ese  lecho. Además, advierte que hay mucha pesca incidental. “No tengo datos de Ecuador pero un informe de Venezuela dice que hay aproximadamente  60% de pesca incidental y  afecta el equilibrio del ecosistema”.

Según la Asociación de Armadores Pesqueros Pomaderos Primero de Mayo, el año pasado se capturaron cerca de 14 millones de libras de camarón.

Esto generó beneficios  indirectos a 27 820 personas, entre ellos familias que pelan los camarones en la parroquia, a los conductores de tricimotos y vehículos de flete, tenderos, mecánicos, carpinteros, ferreterías y minimercados.

Con una cotización promedio de USD 0,25 la libra, el puerto generó USD 3,5 millones, sin incluir la pesca incidental.

Fernando Núñez, presidente de la Asociación, sostiene que  paralizar la actividad pomadera terminaría con la subsistencia del 90% de los 30 000 habitantes de Posorja.  “No afectamos a nadie y más bien ayudamos a otros pescadores”.

En la faena del barco Roberto también se atraparon jaibas, anguila, estrella de mar, calamar, tambolero, merlusas, y demás.

Según el capitán Vicente Bonilla, solo el 10% es pesca incidental. “Una parte es para que los marineros se la lleven a puerto y la vendan. Otra es para cocinar en el barco o regalarlas a los pescadores artesanales que la utilizan para carnada. Las especies pequeñas se devuelven al mar”.

Cada marinero recibe en  promedio USD 10 diarios por la venta de la pesca incidental. A eso se suman el pago mensual por la pesca y que depende de la captura. Ese valor está entre USD 200 y USD 300.

La flota de arrastre que captura la pomada  tiene 37 embarcaciones, solo 27 operan en Posorja. Las embarcaciones tienen dos rutas exclusivas para su pesca: de Data de Posorja hasta Chanduy y de Cauchiche hasta la punta de Salinas. Ambas mantienen una distancia de dos kilómetros en paralelo a la playa.

Cada embarcación invierte USD 250 diarios para su pesca que incluye gasolina, alimentos, soga, aceite y otros. Solo trabajan en promedio 20 días al mes, pero durante 12 horas días. Se paralizan cuando hay aguajes. En verano la libra de camarón se cotiza en USD 0,40 y en invierno hasta USD 0,20. 

Núñez reconoce que en el trabajo de pesca peinan el fondo marino, pero que luego de recorrerlo por 60 años ya se volvió en una especie de camino. “No vamos a otros lados, es el mismo camino todos los días. Hay una vida  enterrada en el fondo que la activamos cada vez que pasamos por ahí. Hasta limpiamos del fondo  los desechos que se botan al mar”.

El marinero Stalin Carrillo, junto  con tres compañeros, se sienta en la cubierta para seleccionar las pomadas que capturaron en la primera faena. Las olas mueven a la embarcación pero eso no los alteraba. Su cuerpo sigue fijo en la cubierta. Son las 12:00, por eso debe terminar esa labor antes de empezar la segunda faena. A pocos metros, otros 14 barcos repiten la rutina.

Testimonio

Víctor Vaida/ Capitán

‘Esto es una forma de vida’

No pueden venir de un momento a otro y decirnos que ya no pesquemos las pomadas (camarón). Cada uno de mis ocho tripulantes gana su dinero para mantener a sus familias.

La pesca de arrastre no es un negocio  sino una forma de supervivencia. Unos días nos va muy bien y pescamos 6 000 libras diarias pero en otras ocasiones no llegamos ni a 1 000.

Este puerto de Posorja vive de la pesca, los que no van al mar se dedican a limpiar el producto, a transportarlo o a reparar los barcos. Si cierran estas actividades será un pueblo fantasma.

Es verdad que un barco de arrastre necesita una inversión de USD 100 000, pero en cada pesca se destina algo para pagar los intereses. Me faltan 10 años para pagarlo pero por eso no soy ‘pelucón’ sino un trabajador más. Mi abuelo fue pescador y mi padre me enseñó también.

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